21 mayo, 2024
Frente al elefantiásico estado funcionarial de las administraciones, es raro ver a un político que, antes incluso de entrar en la materia que le compete, comience por hacer profesión de fe contra el principal hándicap que en todos los órdenes de la vida supone la relación entre ciudadanía y Administraciones públicas. Por eso hay que significar con los merecidos elogios ese compromiso del recién llegado conselleiro de Sanidade, el prestigioso oncólogo ferrolano ejerciente en el Chus, Antonio Gómez Caamaño, de “loitar a morte fronte a burocracia”. Como víctima que es, por su pertenencia a la Administración gallega, de esa particular piedra de Sísifo del papeleo oficial, señala Caamaño que en el caso de la tan cuestionada -por falta de medios- Atención Primaria, la actividad burocrática ocupa entre un 30 % y un 40 % de la carga de trabajo de esos profesionales, lo que, en su opinión “non ten sentido”.
Fue el presidente Rueda quien, en una de sus primeras comparecencias como titular de la Xunta en sustitución de Feijóo, aludió a esa necesidad de reducir la carga burocrática que llega al extremo de exigir conocimientos digitales a agricultores o ganaderos que se mueven con dificultad en la alfabetización normal -¡¡¡la Consellería del ramo fue la primera en exigir la firma digital!!!-. De aquel primer propósito anunciado por el presidente Rueda nada más se supo ¿Quedó en el cajón de las causas perdidas o, por el contrario, imitará el resto del Ejecutivo gallego esa firme decisión del conselleiro de Sanidade de ir quitando obstáculos en la relación entre ciudadano y administración?