Luz Gabás - Foto DS
11 octubre, 2025
He estado hablando con Luz Gabás de lo divino y lo humano, a cuenta, sobre todo, de su último libro. La autora de Monzón me comentaba su rabia e indignación por culpa de la ola de los recientes y devastadores incendios, y se centraba en aquellos que tuvieron lugar en la zona ourensana de Verín, donde tiene grandes amigos… Tanto ella como yo esperamos que algún día nos sea posible averiguar a todos el verdadero origen de esa desgracia impeorable que ha arruinado a tanta gente…
La última obra de esta mujer se llama Corazón de oro y ha sido editada, cómo no, por Planeta. En ella, ha echado toda la carne en el asador. Todos hemos leído cosas suyas fundamentales. Aquellas que le han procurado justa fama y un número de lectores inconmensurable. Hablo del archiconocido Palmeras en la nieve (2012), que la puso en órbita, o de Regreso a tu piel (2014) o, por supuesto (entre otras más) aquella que le valió el Premio Planeta en 2022, Lejos de Luisiana…
Pero esta última ha superado todas las expectativas. No es una novela al uso. Está concebida en unos términos que la han convertido en una epopeya. Hay de todo: está presente, sobre todo, el amor, pero tratado con una complejidad la mar de variopinta. Hay un viaje crucial y enorme. Hay toda una serie de intrahistorias que colocan en un lugar privilegiado el concepto de amistad y una serie paralela de las mismas características especificando algo que suele acompañar a estas últimas: la traición. Hay quien diría que lo uno no suele existir sin lo otro. Y como consecuencia de la fricción entre las dos tendencias, la lógica tendencia a la venganza, que en este caso es, con harta frecuencia, explosiva… Sí. Hay de todo. Pero cubierto, en toda su extensión, por algo que define toda la trama: grandeza…
La narración comienza en 1848, en el pequeño pueblo pirenaico de Pasolobino (recuerden Palmeras en la nieve). El protagonista principal, el joven, sensato y lleno de futuro, Lorién, interviene en una discusión estúpida por una cuestión de celos de un primo suyo con Baptiste, un chaval francés la mar de salado. La cosa se sale de madre y su primo acaba muriendo accidentalmente. Son tiempos convulsos políticamente, y los dos jóvenes, acompañados por la novia de Baptiste, Ponciana, deciden abandonar el país rumbo a Francia. Allí oyen hablar de algo que, en ese momento, está llamando la atención de medio mundo: ha comenzado la fiebre del oro en California, y, a pesar de que Lorién ha dejado a su prometida, Marot, en el pueblo, con la que ya había decidido casarse en breve, sumándole el hecho de que Ponciana no está de acuerdo con el plan de los dos, y decide quedarse, acaban por tomar un barco que, pasando por La Habana y cruzando a Nueva Orleans, les permitirá desplazarse por tierra, en caravana, hasta su destino final, primero a San Francisco y luego, finalmente, a San Luis Obispo… Verán que esta, Norteamérica, es la misma tierra en que Luz ambientó Lejos de Luisiana. Pero, esta vez, un poco antes y en el lado opuesto (el Lejano Oeste) a la zona del Misisipi…
Y pasará de todo. Sí. Irán haciendo amistades (el vasco Sandor, el negro Festus, el irlandés ludópata y borracho Darragh, el pianista chileno Escolano…) en ese largo camino a través del mar y luego, haciendo faenas variopintas, en una caravana que se dirige hacia California, un territorio que ha pasado de ser poblado por las etnias autóctonas a ser gobernado primero por españoles, luego por mexicanos y, en ese momento comenzará a ser invadido por una oleada de norteamericanos, atraídos, entre otras cosas, por el oro, sí, pero también pretendido para la ganadería, sobre todo al vacuno y el ovino… Con todo ello, ese conglomerado humano acabará por enfrentarse en una batalla campal extremadamente cruenta entre unos y otros… Y, por si fuera poco, está a punto de reventar la famosa Guerra de Secesión (cuyo punto fuerte tuvo lugar entre abril de 1861 hasta mayo de 1865)…
Pero el conocimiento más importante que hará Lorién será la impresionante Cynthia, de quien se enamorará locamente. Tendrá que luchar por ella, enfrentándose, entre otros, al curiosísimo norteamericano Thayer, con quien tendrá toda una serie de encuentros y desencuentros…
En medio, personajes con base histórica. Como el caso del francés Hyppolite, basado en alguien llamado Pierre Hyppolite Dallidet, nacido en el suroeste de Francia, y que, aparte de haber plantado una de las primeras viñas de las nuevas tierras en San Luis Obispo, fue quien, a petición del ministro francés de agricultura, injertó viñas que había traído de su tierra en las que en ese momento, en la Galia, estaban siendo atacadas por la filoxera… Por eso, entre otras cosas, a la viñas actuales de Saint Émilion se les llama “de ida y vuelta”… Por cierto: nosotros, en el Ribeiro, tuvimos el mismo problema y lo solucionamos de forma parecida…
Pero no quiero avanzarles más. Me preocuparía muchísimo caer en el spoiler a propósito de una aventura tan apasionante. Ustedes merecen sorprenderse capítulo a capítulo para disfrutar esta joya como se merece…
Sólo una cosa más. Desde el principio, desde que empecé a leer Corazón de oro, me vino a la cabeza ese volumen imprescindible de Friedrich Nietzsche llamado Humano, demasiado humano. Allí se nos decía algo tremendo y considero que muy acertado para lo que nos ocupa: El padecimiento del hombre sólo cambia de contexto y se sirve de los nuevos medios a su merced…