21 enero, 2025
El pasado viernes, día 17, el notabilísimo e inclasificable pintor Méndez (que firma también, paralelamente, como Pitelos) inauguraba nueva exposición en A Casa do Taberneiro, en la Rúa de San Pedro, 15, un lugar histórico en donde, aparte de que se come extraordinariamente bien y resulta uno de los sitios más cómodos y entrañables para tomar unos vinos, resulta ser la más antigua del barrio. Ha definido la muestra como Divertimentos, y durará hasta el 15 de febrero. Esa inauguración fue una verdadera fiesta, y en ella, tanto el autor como nuestro común amigo Pemón Bouzas, quien ha sido, durante décadas, la cara más conocida y respetada de la TVG, se encargaron de definir su fértil mundo creativo…
Por alguna razón extraña, siempre he pensado en Méndez como en un personaje singular. Desde hace años, cada vez que lo veo, acompañado invariablemente con su bastón de mango de plata y su serenidad peripatética, que no pierde ojo ni un solo instante de la evolución de esta ciudad maravillosa y de sus gentes, me ha venido a la cabeza uno de mis poetas preferidos de siempre: Thomas Stearns Eliot. El norteamericano de San Luis que, en un momento dado, se nacionalizó británico, y que, entre otras muchas cosas, fue Premio Nobel en 1948, inmediatamente antes de otros dos pesos pesados (benditos los tiempos en que el galardón sueco nombraba a los verdaderos gigantes), William Faulkner y Bertrand Russell.
El poema de Eliot en el que pensaba sistemáticamente cuando veía a este incansable y parsimonioso artista y, en buena manera, filósofo, era muy conocido, y estaba considerado, junto con The Waste Land, como una de sus dos obras cumbre: Cuatro cuartetos. En el fragmento que voy a citarles se palpan, muy claramente, las influencias del vate, especialmente las del gigantesco Dante y de su más próximo Ezra Pound:
“Ash on an old man’s sleeve/ Is all the ash the burnt roses leave./ Dust in the air suspended/ Marks the place where a story ended.”
Me sé la traducción de algún sabio, como la (perfecta y matemáticamente rimada) de José Emilio Pacheco, pero prefiero darles la más directa: “Ceniza en la manga de un anciano/ Es toda la ceniza que dejan las rosas quemadas./ El polvo suspendido en el aire/ Marca el lugar donde terminó la historia.”
La fuerza inconmensurable de esos versos fuerza a cada lector a conclusiones muy diversas y absolutamente peculiares, dependiendo, lógicamente, del bagaje y de la vida propia de cada lector. A mí, personalmente, se me ocurrían ideas luminosas. Por ejemplo, me llamaba la atención que los había usado el ilustre saxofonista Dick Heckstall-Smith, una de las figuras clave del grupo Colosseum (el de Jon Hiseman y Chris Farlowe), discípulo de John Mayall y acompañante puntual de Bo Diddley, para titular su primer disco en solitario, que acabó llamándose A Story Ended…
La relación con Méndez era, para mí, obvia. La sutileza de los versos sólo podían ser entendidos hasta sus últimas consecuencias por una mentalidad tan igualmente sutil como la de un artista extraordinario. Mediando un siglo de diferencia, Amedeo Modigliani se sentía muy próximo al Alighieri. Lo tenia tan interiorizado que (y no es casualidad) recitaba la Commedia a voz en grito cada vez que traspasaba los límites de la ingesta de la absenta… Sus serenatas nocturnas eran muy célebres…
Y así, podía observar cómo, producto de esa minuciosa observación del muy atento Méndez, uno veía luego cómo desarrollaba sus conclusiones cuando exponía. Y, desde luego, el asombro no dejaba de producirse cada vez, desde su Santiago inundado por el mar hasta las disquisiciones mitológicas en torno a las figuras de sus amigos, o la extraña relación del huevo con nuestro mundo…
Y, para acabar esta extraña crónica, le preguntaba el otro día a Méndez qué concepto tenía él de lo que era un artista contemporáneo. Muy brevemente, me dijo lo que sigue:
“Lo que se denomina como artista contemporáneo es algo que no tiene que ver conmigo. Es alguien que trabaja para los poderes fácticos. La parte mercantil del arte. Es el conjunto de gente que sigue el juego a esas grandes galerías… No me siento integrado en ese concepto de artista contemporáneo…”
Extraordinario. Feliz de emborracharme de luz, otra vez más. Gracias, amigo Méndez. Me has dejado las cosas perfectamente claras…
O Centro de Emprendemento do Conxunto Histórico Artístico de Sargadelos está ubicado no Antigo Edificio das Cabalerizas, reformado e acondicionado polo Concello de Cervo, con fondos procedentes da Xunta de Galicia, para a creación dun centro de artesanía e de actividades singulares adaptadas á contorna. Fotos: Concello de Cervo