La 69ª edición del Festival de Eurovisión, celebrada en el imponente estadio St. Jakobshalle de Basilea, Suiza, concluyó coronando a Austria como gran vencedora de la noche. El joven artista JJ logró cautivar a Europa con su poderosa balada Wasted Love, una interpretación que fusionó emoción, técnica vocal impecable y una puesta en escena sobria pero impactante.
Desde el primer momento, JJ se perfiló como uno de los favoritos de la edición. Su propuesta destacó por una escenografía minimalista que permitió que su voz y el mensaje de la canción brillaran con fuerza. La combinación de luces tenues, tonos azules y la imagen del artista bajo un foco de luz fue suficiente para que el público conectara con la profundidad de su interpretación. Al final de la velada, Austria se alzó con el codiciado Micrófono de Cristal, sumando así su tercera victoria en la historia del festival tras los triunfos de 1966 y 2014.
España: una apuesta arriesgada que no convenció
Por otro lado, la cara amarga de la noche fue para España. Melody, quien había generado grandes expectativas tras su victoria en el Benidorm Fest con el tema Esa diva, no logró superar el puesto 24 de los 26 países finalistas. A pesar de una impecable ejecución vocal y una vibrante puesta en escena llena de energía, el jurado y el televoto no respondieron como se esperaba.

España se lleva 10 puntos del televoto en Eurovisión 2025.
La propuesta española apostó por un estilo pop con tintes flamencos, un vestuario brillante y coreografías intensas. Sin embargo, en una edición donde predominó el estilo baladístico y las interpretaciones íntimas, la presentación de Melody no logró destacar frente a otras apuestas más emotivas y contenidas. Las redes sociales reaccionaron con sorpresa y decepción, cuestionando la falta de estrategia a la hora de seleccionar el tipo de canción para el certamen.
Una gala marcada por la polémica política
La final de Eurovisión 2025 no estuvo exenta de controversias. Minutos antes de comenzar el certamen, RTVE emitió un mensaje en pantalla negra con el lema: «Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina». El gesto, realizado en medio de la disputa por la participación de Israel en el concurso debido al conflicto en Gaza, generó una avalancha de comentarios en redes sociales. La Unión Europea de Radiodifusión (UER) había advertido previamente a RTVE de posibles sanciones si se realizaban declaraciones políticas durante la retransmisión.
El mensaje fue interpretado como una reafirmación de la postura que los comentaristas de RTVE, Julia Varela y Tony Aguilar, habían expresado durante la semifinal, lo que ya había motivado una queja formal por parte de Israel. La actuación de la representante israelí, Yuval Raphael, estuvo marcada por esta tensión, aunque la artista intentó centrarse exclusivamente en su presentación.
Un balance amargo para España
Melody, visiblemente emocionada tras conocer los resultados, manifestó que se siente orgullosa de su actuación y de representar a España en el certamen: «He dado lo mejor de mí, y eso es lo importante. A veces el resultado no acompaña, pero volvería a hacerlo mil veces», expresó en declaraciones posteriores a la gala.
Sin embargo, el resultado vuelve a abrir el eterno debate sobre la estrategia española en Eurovisión. ¿Es realmente acertado apostar por estilos musicales que no logran conectar con el público europeo? La falta de apoyo tanto del jurado como del televoto pone de manifiesto que quizás la elección de temas debería replantearse.
Austria se prepara para 2026
Tras la euforia de la victoria, Austria ya empieza a pensar en los preparativos para la próxima edición. El triunfo de JJ supone un nuevo impulso para la música del país, que en los últimos años había quedado en un discreto segundo plano dentro del panorama eurovisivo. La capital austriaca, Viena, suena con fuerza para ser la próxima sede, aunque todavía no hay confirmación oficial.
Eurovisión 2025 cierra su telón dejando sentimientos encontrados: la alegría desbordante de Austria, que vuelve a saborear el triunfo, y la decepción de España, que tendrá que reflexionar sobre cómo reinventarse para volver a brillar en el festival más emblemático de Europa.




