5 noviembre, 2025
La Archidiócesis de Santiago de Compostela vivirá el próximo domingo, 9 de noviembre, una jornada histórica con la celebración inaugural del Día de los Santos Diocesanos. La iniciativa, instituida por el Papa Francisco pocos meses antes de su fallecimiento, nace con el propósito de poner en valor la memoria de los santos, beatos y mártires nacidos en el territorio de cada diócesis, reforzando así el vínculo entre santidad y raíces locales.
La conmemoración contará con dos actos litúrgicos principales presididos por el arzobispo compostelano, monseñor Francisco José Prieto Fernández, quien estará acompañado por Carlos Miramontes Seijas, responsable del Departamento Diocesano para la Causa de los Santos. Ambos encabezarán las celebraciones que rendirán homenaje a dos religiosas gallegas martirizadas en 1936 y reconocidas oficialmente por la Iglesia.
El primer acto tendrá lugar a las 11:00 horas en la parroquia de San Paio de Sabugueira, muy cercana a Lavacolla. Allí se recordará a Sor María Luisa Bermúdez Ruiz, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl. Nacida en la zona, su testimonio de fe durante la persecución religiosa la convirtió en referente de entrega y fidelidad cristiana, ofreciendo su vida sin renunciar a sus convicciones.
Posteriormente, a las 13:00 horas, la celebración se trasladará a la parroquia de San Mamede de Seavia, en las inmediaciones de Carballo. Allí se honrará la memoria de Sor Isabel Remuiñán Carracedo, Franciscana Misionera del Divino Pastor. Dedicada a la educación y la atención a los más necesitados, mantuvo su vocación hasta el final, convirtiéndose también en símbolo de valentía espiritual.
Fuentes del Arzobispado destacan que estas misas buscan no solo mantener viva la memoria de ambas mártires, sino también rendir homenaje a todos los santos y beatos vinculados a la diócesis, muchos de ellos figuras discretas que dejaron una profunda huella en sus comunidades.
El Día de los Santos Diocesanos se incorporará de manera permanente al calendario litúrgico local. Según la Archidiócesis, la celebración pretende “recordar cada año que la santidad no es algo lejano, sino una llamada posible en el entorno de cada comunidad”, subrayando que la fe, vivida en lo cotidiano, puede convertirse en ejemplo para generaciones futuras.