3 mayo, 2024
Como testimonio de una incomprensión e indiferencia cultural que hablando de Santiago se repite en el tiempo, acostumbran los biógrafos de Gumersindo Busto Villanueva a iniciar el relato de lo que fue su mayor contribución a Galicia con las emocionadas palabras de quienes, desde esa otra orilla del Atlántico, valoran en su justa medida la relevancia de la donación, la Biblioteca América, que se ubica en dependencias del pazo de Fonseca de la Universidad de Santiago.
Así, el relato de Alberto Arlt, a quien la crítica reconoce como el renovador de la literatura argentina en la primera mitad del pasado siglo, se hace eco de la Biblioteca en sus Aguafuertes Gallegas, resumen de su viaje por España y Marruecos de 1935-36, una selección de las cuales pueden leerse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:
FONDOS BIBLIOGRÁFICOS
“Hállase en Santiago de Compostela, en el mismo edificio de la Universidad, la llamada Biblioteca América, obra de un patriota gallego residente en Buenos Aires, don Gumersindo Busto, quien tuvo la feliz idea de fundar la Universidad Libre Hispano Americana. De ese proyecto quedó la biblioteca, que don Gumersindo, durante muchos años de trabajo, reunió en su casa de Buenos Aires, remitiéndola luego a la Universidad. Encontramos en la biblioteca trabajos legislativos referentes al continente, colecciones de documentales, colecciones de revistas científicas, bustos de Bolívar, Rivadavia, Moreno, Rivera y otros políticos sudamericanos. ¿Pero se ha limitado a esto la obra de don Gumersindo? No. En la Biblioteca América encontramos colecciones y fotografías de las principales muestras de nuestro país, un archivo fotográfico que se conceptúa el mejor de la península, colecciones de la fauna americana, de mineralogía y además… además gente que no puede informar absolutamente ni con una palabra de quien es el señor Gumersindo Busto. El bibliotecario, no sólo ignora quién es el señor Busto, sino que, a pesar de mi pedido, no puede facilitarme estadísticas de los libros que se consultan en la biblioteca”.
Hay que añadir que el relato de Alrt continúa con una entrevista con el vicerrector suplente de la Universidad, muy atento y agasajador pero que “tampoco sabe nada del señor Busto”. La curiosidad del escritor argentino por conocer la matrícula de la universidad, “los alumnos que concurren a los estudios superiores”, se queda, asimismo, en el limbo de la ignorancia cuando le indican “pregunte al portero, él debe saberlo”.
INCOMPRENDIDO
El desconocimiento que era notorio percibir en Compostela, apenas diez años después de la arribada de su obsequio al Puerto de Vigo y desde allí por vía férrea a Santiago para llegar al edificio universitario el 30 de diciembre de 1924, choca frontalmente con el espíritu solidario que en favor de la causa Busto encontró no sólo en Buenos Aires, sino también en buena parte de los países de Hispanoamérica donde asociaciones de todo tipo se afanaron en el rescate de documentos y libros con que engrosar la cuantiosa expedición bibliográfica que con el nombre de Biblioteca América partió de Buenos Aires.
Acaso porque, como señala en un documentado trabajo de 2012 María Isabel Casal Reyes, Directora de la Biblioteca Universitaria “La Universidad no siempre vio con buenos ojos el proyecto, seguramente porque no comprendían el alcance de la idea de Busto y, no es menor motivo, porque no estaban dispuestos a ceder espacio en la universidad compostelana para alojarla. Lo cierto es que la Universidad fue bastante cicatera en el reconocimiento de los méritos de don Gumersindo en vida de este hombre. Baste decir que Busto no pudo asistir a la inauguración de la Biblioteca que había impulsado y creado debido a los elevados costes del pasaje (que la Universidad no consideró necesario pagar)”.
Sería más tarde, el 31 de octubre de 1934 cuando la institución reconocería su gran labor filantrópica con la concesión del título de doctor honoris causa, sin que el agraciado pudiera acudir. Busto fallecería en 1937 sin poder ver su obra –nunca volvió a Galicia des de la Exposición de 1909- pero sí con el reconocimiento de un Vítor a título póstumo que se halla en la Biblioteca.
Con una actividad mermada tras la muerte de su promotor, por el desconocimiento de los fondos existentes, sería a finales del pasado siglo, en torno a los años ochenta, cuando la Biblioteca recobre el brillo e importancia que la colección merecía por el interés despertado entre investigadores y bibliotecarios hasta el punto de ser, según Casas Reyes, “una de las enseñas de la Biblioteca Universitaria y especialmente destacable por la riqueza en fondos del XIX y fondos relativos a las primeras independencias americanas. La Universidad se ha hecho consciente del gran valor de esta colección y ha decidido darle visibilidad, poniéndola en valor y destacando el nombre de Busto como se merece”.
EL FILÁNTROPO
Gumersindo Busto nace en 1872 en la parroquia compostelana de San Martín de Laraño, ingresando en el Seminario de Santiago para cursar sus estudios. Pero en 1887, con tan solo quince años, decide emigrar, instalándose primero en Montevideo, donde se emplea como telegrafista en el Ferrocarril Central. En 1892 trabaja en una notaría y comienza los estudios de Derecho, pasando a Buenos Aires donde, desde 1898, ejerce como notario. Desde su llegada a la capital bonaerense entra en contacto con diferentes personalidades y sociedades gallegas a las que permaneció vinculado de por vida. Se casa en 1896 con Felisa Gallardeo y son padres de ocho hijos.
Miembro de diferentes instituciones ubicadas a lo largo del continente, entre ellas la Academia Americana de la Historia de Buenos Aires, el Instituto de Historia de Montevideo; el Ateneo del Salvador; el Instituto Histórico y Geográfico de Sergipe (Brasil); la Biblioteca Pública de Aracaju (Brasil) y la Liga de Acción Social de Mérida (México), en 1909 viaja a Galicia para asistir a la Exposición Regional y al Congreso de Emigración organizado por la Sociedad Económica de Amigos del País. Recorre Galicia viendo la aportación de los emigrados a las escuelas rurales, promueve la creación del Patronato de la Universidad, que verá la luz en 1922, y alienta la promoción turística de Galicia en América. Clarividentes ideas e iniciativas que la ceguera patria no supo optimizar en sus manifiestas potencialidades. Sería la última vez que pisó su Compostela natal.