Imagen de la artista en la glorieta Ofelia Nieto del parque de María Luisa en Sevilla (Foto.- GM)
7 abril, 2024
28 de mayo de 1914. Teatro de la Zarzuela. El compositor Amadeo Vives, autor de dos de las obras más sobresalientes del género de la zarzuela, Bohemios (1903) o Doña Francisquita (1923) estrena una nueva creación, Maruxa, que completará la trilogía más sobresaliente del compositor catalán. Como protagonista de la obra, Ofelia Nieto Iglesias, una adolescente de apenas 14 años, formada musicalmente en el estudio de Simonetti y que lograría un inenarrable triunfo como señalaban las críticas de la época “La ópera Maruxa obtuvo un grandiosísimo éxito…y el primer honor fue tributado a la protagonista, la cual dio a su parte toda aquella ingenua expresión que requiere el personaje. Y sus magníficos y espléndidos medios vocales llamaron la atención”.
Ofelia, nacida en Santiago el 18 de marzo de 1900 era hija del compostelano José Nieto y de la ferrolana Erundina Iglesias, padres de seis hijos, cinco de ellas mujeres, aunque dos murieron prematuramente. Una de las hermanas, tres años mayor que Ofelia destacó también como cantante clásica con el nombre de Ángeles Ottein (Nieto al revés). Su padre, notario de profesión, era el estudiante de Derecho Nietiño que Pérez Lugín llevó a su obra La Casa de la Troya y que, ya ejerciendo como fedatario, recorrió diversas localidades de España siendo en Canarias donde surgiría la vocación musical de las hermanas, tras haber acudido a un concierto de zarzuela del elenco del Teatro Real, donde fueron escuchadas en audición privada por miembros de la ópera que las animaron a emprender los estudios musicales. Ofelia tenía entonces doce años. Dos más tarde, triunfaría con Maruxa. Mayor precocidad, imposible.
Imagen de la artista en la glorieta Ofelia Nieto del parque de María Luisa en Sevilla (Foto.- GM)
Tal fue el éxito de su debut a los 14 años que en la temporada siguiente figuraba ya en el elenco operístico de la compañía estable del Teatro Real. Una vez consagrada allí, fue contratada para Valencia, Coruña, Bilbao, Vigo, etc… y, escuchada nuevamente en Madrid por el empresario Volpini, la contrató para su Teatro Liceo de Barcelona, donde inauguró temporada como la Elisabetta, coportagonista de la ópera Tannahüser de Wagner.
Tras su paso por Barcelona, el Coliseo de Lisboa y teatros de Buenos Aires y Habana refrendaron la carreta artística de la diva que, en palabras de sus críticos, destacaba por sus excepcionales cualidades vocales, sus dotes físicas, con dulce sonrisa y con la frescura, sonoridad y extensión de su garganta de oro. La saludaremos muy pronto como una de las más luminosas estrellas de nuestro teatro lírico”, que se recogía en la revista Italia en 1918.
El Teatro Real de Madrid, donde había formado parte de su elenco apenas con quince años, cinco después, a los veinte, le rendía el 4 de marzo de 1920 un homenaje con presencia de lo más destacado del panorama musical español, donde intervinieron Manuel de Falla, Amadeo Vives, Conrado del Campo, Tomás Borrás, Torcuato Luca de Tena o Julio Romero, entre otros. El Rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia acudieron al homenaje.
A los 17 años había deslumbrado al público italiano al cantar en La Pergola de Florencia las óperas Manon, de Massenet, y Aida, de Verdi, además de distintas composiciones españolas. En Río de Janeiro debutó al año siguiente, según recogemos de su biógrafo Antón de Santiago, con la Elsa de Brabante, de Lohengrin de Wagner, al lado del mítico Beniamino Gigli, considerado uno de los mejores tenores de la primera mitad del S. XX.
A lo largo de su corta vida, falleció a los 31 años, nunca se olvidó del Teatro Real, donde eran antológicos los dúos que protagonizaba con Miguel Fleta y donde fueron siempre vitoreados e incluso sacados a hombros por los enfervorizados espectadores.
Pie de foto: Ofelia, a los 14 años, estrenando la zarzuela Maruxa (Foto CCG)
Río de Janeiro, Santiago de Chile, Méjico o Buenos Aires fueron algunas de las ciudades iberoamericanas que conocieron el triunfo de Ofelia en la interpretación de óperas como Manon de Massenet, el Mefistófoles de Boito, Otello y El Trovador de Verdi, Amaya de Guridi, La Dolores de Bretón o Tosca de Puccini. Una carrera musical que se corona en La Scala de Milán, a donde acude por intervención de Toscanini, considerado por muchos como el mejor director de orquesta del Siglo XX, para interpretar el Lohengrin de Wagner y El Cazador Furtivo de Weber bajo la dirección de Gabriele Santini.
El registro de Ofelia adquiría su pleno desarrollo en la interpretación de personajes de repertorio como soprano dramática y hay general consenso en que de no haberse truncado su carrera, hubiera alcanzado las más altas cotas de prestigio y reconocimiento en el mundo de la ópera.
En su extenso repertorio musical hubo siempre un lugar para canciones gallegas, en especial los poemas de Curros y con música de Chané “un adiós a Mariquiña” o “Cántiga”.
En 1924 se le otorgó la Cruz de Alfonso XIII. En 1928, hallándose en la cúspide de su carrera profesional salta la noticia. Anuncia que se retira de la escena musical para contraer matrimonio con el decano del Colegio de Procuradores de Sevilla, Felipe Cubas, de 52 años. A partir de ese momento, únicamente participaba en recitales de carácter benéfico.
Un trastorno crónico en la vesícula biliar la convertía en inapetente y la llevó a un estado de extrema gravedad hasta que el 17 de mayo de 1931 ingresa en el Sanatorio de Nuestra Señora del Rosario para someterse a una intervención quirúrgica que culminó en un fallo multiorgánico que le causó la muerte en la madrugada del 22 de mayo.
Su ciudad natal de Santiago y el Madrid que vio sus triunfos le dedicaron sendas calles, mientras que en el parque de María Luisa sevillano se inauguró en 1035 un monumento en su honor.