29 octubre, 2024
Rescato para este comentario una viñeta del humorista Puebla publicada un día 1 de noviembre, fecha señalada para recordar a los difuntos. El humorista dibujó a un hijo en el camposanto sentado sobre la tumba de su padre y le dice: “Papá, no sé si lamentar lo que te estás perdiendo o dar gracias a Dios por ello”. Era el año 2017 y lo que pasaba entonces era la DIU en Cataluña. Pero la duda del hijo cobra actualidad viendo lo que ocurre hoy en España. Veamos:
Solo en los últimos días, Dios libró al bueno del hombre de episodios tales como ver el posado del presiente del Gobierno con un comisionista preso; al Fiscal General imputado, sin que dimita; al ex número tres del partido del Gobierno, en su día alter ego del presidente, camino de la imputación; al ex portavoz de Sumar “un buen novio que era a la vez un misógino” (Rita Maestre dixit) que dimitió por acosos sexuales que practicaba desde hacía tiempo, mientras la “gauche divine” de Sumar se limita a pedir disculpas y a ¡organizar un curso sobre feminismo!.
También le libró Dios de ver al presidente rodeado, presuntamente, de corrupción con su mujer y su hermano imputados y varios ministerios señalados, mientras él sigue en su puesto sin inmutarse, lo que nunca ocurriría en un país de nuestro entorno. Asimismo, le libró de escuchar más versiones del viaje de la vicepresidenta venezolana a España, de la esperpéntica comparecencia de Marlaska en la comisión del caso Koldo, que no se enteraba de nada…
Otras gran liberación para este hombre fue dejar de ver la crispación política en su apogeo, que se manifiesta en ataques e insultos y en el “y tu más”, que implica que quienes lo utilizan son igual de corruptos. El paradigma de la crispación lo protagonizan el presidente del Gobierno y sus ministros contra la presidenta de Madrid, y viceversa, en una refriega de insultos cruzados. El odio entre ambas partes alcanzó el nivel de los vaqueros del Oeste: “¡uno de los dos sobra en este pueblo, forastero!”. Y uno de los dos acabará cayendo.
En fin, machismo, corrupción y crispación. Es muy fuerte que esto suceda con un gobierno que nació contra la corrupción, para regenerar y sosegar la vida pública y para fortalecer la democracia y resulta que la corrupción rebrota con más fuerza y en el Congreso no debaten sobre los problemas del país, como paro, vivienda, inmigración, nadie razona y todos sustituyeron las ideas por palabras gruesas hasta convertir el Parlamento en un lodazal donde se tiran sus bajezas.
La triste conclusión de estos ejemplos y muchos otros es la degradación de la vida pública, y la degradación de la calidad de la democracia. En palabras de Valle-Inclán, han convertido la política en “un pestífero lamedal”. Que no se extrañen de la gran desafección hacia la clase política, que viene a ser una clara reprobación ciudadana a todos ellos.