13 septiembre, 2024
Dicen que septiembre es el nuevo enero, el mes en el que “todo vuelve a empezar”, y en la práctica así es. Los niños regresan al colegio, los universitarios a sus clases y para los adultos la rutina se convierte en no salirse del guion establecido. Esto me lleva a reflexionar sobre lo mal que se me da improvisar; suelo necesitar organización, saber cómo y cuándo se llevarán a cabo los planes que quiero realizar. Sin embargo, es curioso cómo, en ocasiones, la vida me frena en seco y me recuerda que los mejores momentos surgen, precisamente, de la improvisación.
En fecha reciente vi el documental de Paco de Lucía: La Búsqueda, y recuerdo un fragmento cuando el guitarrista contaba una anécdota: le preguntaba a Larry Coryell cómo se improvisaba, porque en los conciertos terminaba agotado. Al hilo de esto, una de sus piezas más conocidas, Entre dos aguas, nació de una improvisación, como relleno para el álbum Fuente y Caudal que estaba grabando en ese momento. Me he sentido como Paco de Lucía en muchas ocasiones de mi vida.
La espontaneidad es algo en lo que doy bandazos, y hay hechos que lo corroboran. El periodismo llamó a mi puerta sin avisar, mientras la carrera de Derecho me esperaba, o al menos eso creía. Sin embargo, apareció esa pasión y necesidad imperiosa de contar lo que realmente importa, no lo que las personas importantes creen relevante, y aquí estoy.
Otro giro inesperado fue cuando dejé de sentirme identificada con la localidad donde viví mis mejores años universitarios. Quería irme, pero no sabía adónde, y sin esperarlo me enamoré de un lugar donde la lluvia se convierte en arte, y la ciudad ya te advierte que en realidad es un Campus Stellae.
Después de pasar todo el verano a muchos kilómetros de donde nací terminé volviendo en septiembre a la orilla del Mediterráneo. Llevo poco más de un año sin pisar la casa desde la que hoy escribo y ¿qué estoy haciendo aquí? Supongo que improvisando. Un chapuzón en el mar a las ocho de la tarde, cenando comida rica y sin tener claro qué vendrá después (¿acaso alguien lo sabe realmente?). Lo que sí he aprendido es que septiembre ofrece oportunidades para improvisar, por si no lo has hecho ya.