5 julio, 2024
Este fin de semana se celebran las primeras elecciones en Irán tras las protestas del movimiento Mujer, Vida, Libertad, que significaron un aldabonazo para muchas conciencias. Se prevé una escasa asistencia a las urnas porque una buena parte de los ciudadanos considera los comicios una farsa. Todos los candidatos son hombres (según la Constitución, las mujeres no pueden ejercer tales cargos) y la Presidencia que resulte es una institución sin apenas poder, ya que los entes superiores son el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, el Líder Supremo y los órganos dependientes de ellos.
El feminicidio presenta cifras alarmantes; las leyes discriminatorias y sexistas de la denominada República Islámica siembran el terror. La violencia doméstica, sexual y de género contra las mujeres, el matrimonio infantil, la poligamia y otros muchos problemas sociales que claman al cielo no han sido abordados en la campaña. Desde que el Ayatolá Jomeini, en 1979, exigió la obligatoriedad del velo, las mujeres que incumplen esta norma se arriesgan a recibir casi un centenar de latigazos. La tenebrosa Policía de la Moral es implacable.
¿Cómo es posible que las feministas occidentales permanezcan mudas ante un atentado tan siniestro y deleznable contra la mujer?