8 abril, 2024
De igual forma que el primer editorial del DIARIO DE SANTIAGO expone, con indudable certeza, que este diario resurge “frente a las noticias falsas, el ruido mediático, la deformación de la realidad, el todo vale y la irresponsabilidad colectiva de una sociedad aletargada que no distingue la verdad de la mentira”, aquella canción de Golpes Bajos, que aparece en plena efervescencia ochentera, y que sirve de título para este breve ensayo, refleja fielmente la situación actual de la justicia en España.
Estamos ante malos tiempos para la justicia, porque los intentos políticos para inmiscuirse en la independencia judicial han dejado de ser tan sutiles (que solo eran accesibles para los muy conocedores del sistema) para resultar tan clamorosos que los intentos de cooptación del sistema judicial ya forman parte de los comentarios a nivel popular.
La justicia no solo es un pilar fundamental del Estado, sino que sirve como necesario contrapeso (tanto por su independencia como por su carácter técnico) a los otros dos poderes: el ejecutivo y el legislativo.
Estamos viendo, de una manera tan pasiva como preocupante, cómo se verifica una evidente (y sin duda intencionada) confusión entre ejecutivo y legislativo, actuando éste como un mero apéndice del primero e interviniendo únicamente en función de las necesidades específicas del gobierno de turno, y no de forma autónoma, convirtiéndose los diputados en simples autómatas de las órdenes que reciben, limitando su función, absolutamente acrítica, a votar lo que les dicen, por más que el resultado de esa votación pueda ser dañino a los intereses de la sociedad o del Estado.
Si no puedes controlar a la gente por la fuerza, debes controlar lo que piensa, al tiempo que debes ocultar la realidad sustituyéndola por la apariencia, haciendo que la mentira se convierta en verdad.
En ese proceso en marcha se hace imprescindible achicar las funciones del poder judicial con el fin de evitar que éste controle a los otros dos poderes, y para tal fin no hay ni cortapisas ni miramiento alguno, pues si es necesario se adaptan las leyes al gusto y necesidad de quien hace de la necesidad virtud, obviando que la ley ha de responder a intereses generales y no a deseos individuales, y si ello no es bastante, se priva de manera directa de alguna de las funciones del poder judicial, todo ello aderezado de un ataque, desaforado y continuo, a los jueces con la finalidad esencial de desacreditar su labor profesional, siguiendo fielmente el decálogo de Chomsky: si no puedes controlar a la gente por la fuerza, debes controlar lo que piensa, al tiempo que debes ocultar la realidad sustituyéndola por la apariencia, haciendo que la mentira se convierta en verdad.
No importa que sea cabeza de ratón o cola de león, pues la sociedad necesita referentes, y los medios de comunicación son elemento esencial para este resurgir.
La enorme crispación política actual rezuma de manera directa en los ciudadanos particulares, y esa realidad, que se ve en la calle, la acreditamos en los Juzgados de Instrucción cuando recibimos, día a día, los atestados y denuncias, y todo ello es el caldo de cultivo necesario para la sistemática destrucción de las instituciones.
«Cuando quiebra la institucionalidad, quiebra el Estado»
DIARIO DE SANTIAGO debe ser proa que guíe hacia la necesaria vuelta a la racionalidad, al sosiego, a la calma y, en definitiva, debe ser un baluarte de la defensa de la institucionalidad, porque solo así tendremos una sociedad justa. No importa que sea cabeza de ratón o cola de león, pues la sociedad necesita referentes, y los medios de comunicación son elemento esencial para este resurgir.