24 septiembre, 2024
Sólo existe un país en el mundo en que se practique el apartheid de género, Afganistán, tal y como ha puesto de manifiesto la reciente declaración del Parlamento Europeo, Afganistán, donde las mujeres y las niñas han sido apartadas de la mayor parte del sistema educativo y de la casi totalidad de los empleos. Los tabúes y prohibiciones de todo tipo de las que son víctimas han suscitado la alarma de la comunidad internacional, pero hay un aspecto de ellas al que no se le presta la atención debida: el adoctrinamiento sistemático de los niños, y ahora también las niñas, mediante la manipulación del sistema educativo y la conversión de todas las escuelas públicas en madrasas, o escuelas exclusivamente religiosas.
El sistema educativo del gobierno anterior, que gozaba del reconocimiento internacional, ya incluía muchas materias y enseñanzas de carácter religioso. Y la importancia de esos estudios fue cada vez más en aumento en todos los niveles de la enseñanza, lo que ya había comenzado a preocupar a las autoridades por su posible influencia en la difusión del radicalismo islámico entre los estudiantes. Algunos estudios habían puesto de manifiesto este hecho, que favorecía el auge de la simpatía hacia diferentes grupos islámicos y hacia los talibanes.
La rigorista interpretación del islam de los talibanes- tan fanática como lo han sido, -y pueden seguir siéndolo, las interpretaciones fanáticas del judaísmo y de algunas iglesias cristianas- consideraba siempre insuficiente el tiempo dedicado a las materias religiosas, por lo que se introdujeron numerosos cambios en el currículo. Ya en diciembre de 2022 los talibanes publicaron la primera revisión, que exigía la supresión de muchas materias científicas y su cambio por otras religiosas. Así se prohibió la enseñanza de las artes visuales, la educación para la ciudadanía y los estudios culturales. Los talibanes creían que el arte era «una inutilidad», y la educación para la ciudadanía un peligro, porque hablaba de cosas tales como : constitución, democracia, y derechos humanos. Siendo los estudios culturales algo totalmente innecesario.
Se prohibieron las ilustraciones en los libros de texto, si eran de seres vivos, porque las imágenes de animales y seres humanos están en contra de las doctrina del islam. Además pensaban que las fotografías deformaban las mentes de los estudiantes. Ese era el caso de los atletas «semidesnudos». Los planes de estudio insistían constantemente en la yihad; definiéndola como la «lucha con espadas», y destacando las recompensas que podía ofrecer, como la de «criar caballos durante la yihad». Pero estos planes no hubiesen sido posibles si no se multiplicasen el número de madrasas a lo largo de todo Afganistán. Históricamente esos centros eran exclusivamente masculinos y además eran gratuitos, y en ellos se enseñaba el Corán, la lengua árabe, y las interpretaciones acordes con la ortodoxia. Como daban alojamiento y comida gratuitos estudiar en ellas era un incentivo para muchos estudiantes.
En octubre de 2023 La Inspección General para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR), informaba de que la política talibán traía como consecuencia la bajada del nivel educativo, por suprimir una enorme cantidad de materias en todos los niveles de la enseñanza y por la obsesión con los estudios islámicos. Esa agencia afirmaba que: «los talibanes han transformado todas las instalaciones educativas y las escuelas primarias y secundarias de varias provincias en madrasas, dejando claro que su intención será hacer lo mismo con todas las escuelas, para lo que ya han comenzado a reclutar los profesores adecuados». El proceso ya se remató en la ciudad de Khost, en las que 6000 alumnos estudian en la Abdul Hai Habibi High School. Para que los lectores españoles puedan comprender esto, no significa que esas escuelas sean como los colegios particulares religiosos españoles, sino algo así como que todos los niños y adolescentes estudiasen en los antiguos seminarios.
El gobierno anterior había centrado la inversión educativa en las escuelas públicas y las universidades, dejando de lado las madrasas. Los talibanes hacen todo lo contrario. En el decreto de comienzos de junio de 2022, el mulá Haibatullah, líder talibán, destaca la importancia de crear madrasas yihadistas, diciendo en su artículo 1º que: «todas las madrasas yihadistas deben seguir obligatoriamente el currículo talibán». El plan consiste en construir diez de estas escuelas en cada uno de los 420 distritos del país. Lo que hace un total de 4200.
Muchos líderes talibanes se formaron en las madrasas de Pakistán, como la Darul Uloom Haqqania, la más grande del país, durante la época de la ocupación soviética. En Pakistán hay más de 30.000 de estos centros, y de escuelas como esa han salido todos los líderes talibanes, como Sirajuddin Haqqani, ministro del interior, Amir Khan Muttaqi, ministro de asuntos exteriores y Abdull Baqi Haqqani, ministro de universidades; todos ellos ex alumnos de esa enorme escuela. De hecho, antes de la toma del poder por los talibanes muchos niños eran internados en esas escuelas en las que recibían su formación religiosa y militar a la vez.
Aunque es posible que los actuales líderes talibanes no hayan recibido formación militar cuando estudiaban, pero la han incluido en el nuevo currículo de sus madrasas. Hace muy poco en una ceremonia de graduación de una escuela de la provincia de Paktia, Khalil al-Rahman Haqqabi-, ministro de emigración en inmigración, señalaba la importancia de: «enseñar conceptos yihadistas y militares». Los talibanes centran su atención en aquellas zonas del país más reacias a su ideología, porque según ellos están muy contaminadas por la «ocupación». Creando en ellas esta escuelas creen poder reducir la resistencia a su gobierno. Esas zonas serían: Kabul, Balkh y Panjshir, en el norte y noroeste, en las que se abren madrasas segregadas para chicos y chicas.
La decisión de cerrar escuelas para niñas y de abrir madrasas a lo largo y ancho del país, como las 95 creadas solo en el Panjshir, dejan claras sus intenciones de radicalizar a la sociedad; al impedir además otros tipos de educación. En agosto de 2023, por ejemplo, se prohibió a 100 chicas que fuesen a estudiar a las universidades de los Emiratos Árabes. Y los mismo pasó con 500 chicos que habían obtenido una beca para estudiar en Rusia, porque: «saldréis como musulmanes y volveréis como comunistas».
Como grupo que anima a los atentados suicidas con bombas, y recompensa a las familias de los suicidas, los talibanes necesitan difundir su ideología por todo el país, y no solo entre sus filas. Tras su retorno al poder, Afganistán es el único país del mundo que en su ejército incluye unidades de soldados suicidas, que deberían ser adoctrinados previamente en las nuevas escuelas que se van expandiendo por todas partes. Hasta ahora a las madrasas iban los hombres, pero ahora ya están llenas de mujeres, como es el caso de Kunduz, en donde en la escuela Ashraf-ul Madares ya estudian 6000 chicas a las que se intenta radicalizar, dentro del plan general de hacer lo mismo en el resto de Afganistán; según el cual todas las chicas, independientemente de su edad, deberán estudiar en las escuelas religiosas.
Roza Otunbayeva, jefa de la UNAMA (Misión de la ONU de Ayuda a Afganistán) ha afirmado que: «lo que desean los talibanes es escolarizar más niños y para eso, abren madrasas porque son sus escuelas propias, y no las escuelas occidentales». Sin embargo, una fuente de primera mano, bien conocedora de estas escuelas sunitas y chiitas, discrepa de Otunbayeva, añadiendo que: «ella no entiende que lo que los talibanes quieren no es mejorar la educación. Eso no les interesa nada, lo que les interesa es asegurarse una nueva generación de talibanes, y para eso abren sus madrasas».
Quienes conocen bien Afganistán saben lo que significa la expansión de ese tipo de escuelas. Mohammad Moheq, especialista en temas religiosos, advierte del peligro que suponen, porque pueden convertir el país en una incubadora de extremistas islámicos. Señala que: «quién tenga un mínimo conocimiento de lo que es el mundo y lo que es Afganistán, sabe que con esas escuelas el país se está cavando su propia tumba. Para los talibanes la misión de las mismas es convertir a Afganistán en un polvorín que pueda hacer saltar al país por los aires». Del mismo modo, Shah Gul Rezai, antiguo miembro del Parlamento, insiste en que su propósito es difundir el extremismo religioso y sus delirantes interpretaciones: «si los talibanes tienen éxito en sustituir a las escuelas por madrasas, esto tendrá consecuencias para Afganistán y el resto del mundo.
Deberíamos preocuparnos por el plan talibán de expansión de esas escuelas, porque sin una educación secular general que incluya la ciencia, la tecnología, la literatura, y el dominio de la escritura, los estudiantes no podrán enfrentarse a su futuro laboral. Se incrementará la pobreza en un país en el que más de la mitad de la población carece de seguridad alimenticia, según el Programa Mundial de Alimentos. Si se les deja, los talibanes convertirán Afganistán en el agujero negro del radicalismo islámico, que podrá generar un eterno bucle desestabilizador de la región. Y, aún si no fuese así, esas escuelas crearán una sociedad con una visión distorsionada del mundo y llena de odio a las mujeres y a las demás religiones.