4 septiembre, 2024
José Luis Barreiro Rivas ejerció como profesor de Ciencia Política en la USC y militó como político relevante en muchas etapas de su apasionante y nada aburrida vida. Es una de las mentes mejor amuebladas de Galicia. Brillante orador, escritor de lujo, historiador vocacional y con un pasado controvertido, no cabe duda que su figura y su obra no pasan inadvertidas en nuestra tierra y más allá del Padornelo.
Estos días lo hemos seguido en la habitual cita con sus lectores en páginas de opinión y contraportadas del diario con más difusión de Galicia. Su artículo más reciente es un canto “en busca del tiempo perdido” en el que con nostalgia rememora las procesiones de su pueblo natal, Forcarei, en Pontevedra. Anclado en las raíces, como Kunta Kinte.
Afirma que las demostraciones religiosas del interior y las fiestas parroquiales sirven “para recordarnos lo que nunca deberíamos olvidar; para que lo idéntico sea siempre nuevo y distinto, y para meditar fugazmente en que nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar”, recordando al poeta Jorge Manrique.
Nostálgicas reflexiones de un personaje singular, de quien ha tenido una vida intensa y curiosa, del que cambió el curso de la historia en la política partidaria gallega y el que sirvió a dos amos en tiempos de la Transición. Primero como vicepresidente del recordado Gerardo Fernández Albor (PP), al que dejó tirado tras entregar la Xunta al gobierno del joven Fernando González Laxe (PSOE), y después ocupó idéntico cargo en el Gobierno Tripartido (1987-1990).
El denominado, entonces peyorativamente, felón, andando el tiempo ha superado el estigma y se convirtió por la legitimidad de su talento en uno de los comentaristas más grande entre los grandes, con prosa inigualable, vastísima cultura, ideas claras, conocimientos profundos, convicciones que no engañan, valentía en sus planteamientos y capacidad de análisis. En suma, un incuestionable y riguroso número uno en lo suyo.
Trabajo le costó. Hijo de un modesto cartero rural, se formó en la Complutense de Madrid y en la cántabra Universidad de Comillas; se doctoró con una tesis sobre la función política de los Caminos de Peregrinación en la Europa Medieval, y paso a paso, con constancia shakesperiana, agudeza mental, inteligencia y conocimientos se ha convertido en una de las mentes más lúcidas del firmamento galaico.
Además, con mando, fortaleza e influencia dónde más se nota: en letras de molde.