21 octubre, 2024
En el marco de la historia universal podemos observar la sucesión de las distintas civilizaciones, siguiendo su nacimiento, ascenso y caída, y seguir las huellas que han ido dejando en su transcurso. En ese proceso hay regiones privilegiadas por su protagonismo en el curso del devenir histórico, y una de ellas lo ha sido Irán, cuna del antiguo imperio persa, y de otros que fueron sus sucesores, como lo fue el caso del imperio sasánida. Irán, o Persia, como también se le llama, fue siempre famoso por su tolerancia y capacidad de asimilación cultural, que permitió a los antiguos persas crear una sociedad floreciente, destacada por sus logros en la arquitectura, las bellas artes y unos sistemas administrativos, que perduraron durante varios siglos.
Tras la conquista árabe de Irán y sus regiones adyacentes, Persia supo mantener su identidad cultural, a través de su lengua y creando una visión propia del islam, que es el chiismo. A lo largo de la historia el islam chiita siempre fue apolítico y su teología estuvo dominada por las ideas de Avicena, que renovó la escuela teológica mutazilita, una escuela que destaca la importancia de la libertad, la autonomía de las personas y el valor de la razón, como claves para comprender la moral. Su labor fue muy semejante a la que Maimónides llevó a cabo en la teología judía y Tomás de Aquino en la cristiana.
A pesar de ser una minoría en el mundo musulmán los chiitas mantuvieron los principios de la escuela de pensamiento mutazilita, contrastando con la mayoría de los sunitas, que abrazan la doctrina de la predestinación azarita. Pero en la historia de Irán se produjo una trágica y radical transformación con la llegada al poder del ayatola Jomeini, el líder de la llamada revolución islámica. Jomeini politizó al islam chiita, creando la doctrina de la Velayat-e Faqih– una ideología que defiende el gobierno de los juristas islámicos (faqih) como autoridades políticas supremas, acabando así con toda una tradición apolítica.
El legado de Jomeini ha conseguido crispar a Irán y desestabilizar a todo el Oriente Medio. Irán había sido un gran núcleo comercial y siempre había mantenido relaciones amistosas con sus vecinos y con los EEUU, pero la revolución islámica y sus violentos guardianes han conseguido llevar al país al aislamiento casi absoluto. Bajo la dinastía pahlevi, por ejemplo, Irán e Israel mantuvieron una relación de amistad. Fue Irán uno de los primeros países musulmanes que reconoció a Israel. Pero la revolución islámica lo cambió todo. Jomeini creó una nueva retórica en la que los EEUU eran el «Gran Satán» e Israel el «Pequeño Satán». Y, para combatirlos y escapar del aislamiento internacional, Irán creó una red de financiación, equipamiento y entrenamiento de grupos armados en Siria, Irak, Líbano y Yemen, entre otros, grupos que ahora son conocidos como proxies, es decir delegados. Y además decidió apoyar indistintamente a grupos sunitas o chiitas.
Es ese apoyo el que lo ha llevado a un mayor aislamiento y ha contribuido a fomentar la violencia en todo Oriente Medio. Irán financia, entrena y apoya, de modo directo o indirecto a unos 20 grupos terroristas. Algunos están ya catalogados como tales por la ONU, la UE y otros organismos. Pero Irán llama a tres de sus delegados; Hezbollah, Hamas y los hutíes, sus ejes de resistencia. Veamos algunos de ellos.
Hamas.
Se trata de un grupo sunita instalado en Gaza y activo desde 1980, perfectamente conocido desde hace un año por su ataque a Israel, que supuso 1200 muertos israelíes y de otras nacionalidades y la captura de 200 rehenes, objetivo real de la operación para provocar una respuesta israelí lo más desproporcionada posible. Irán financia a Hamas y la Yihad islámica de Palestina, presente también en Gaza con más de 100 millones de dólares al año, aunque Ismail Haniyah los redujese a 70. Con ellos y la ayuda de algunas monarquías del Golfo Pérsico, como Qatar y Arabia Saudí Hamas construyó a lo largo de muchos años una red de túneles más larga que el metro de New York. Son túneles de hormigón diseñado por profesionales, y excavados a diferentes niveles -con un coste de 500.000 dólares por kilómetro-: los más profundos a 30 metros. Tienen luz, agua en algunos recintos y en ellos hay fábricas de armamento, arsenales y toda clase de instalaciones. En algunos pueden circular coches. Su acceso a veces es a través de hospitales, escuelas y domicilios privados.
Irán y su acción en Siria.
A lo largo de las décadas que ya dura la guerra civil Siria, este país ha sido el receptor privilegiado de la ayuda iraní. Irán ha financiado a la vez al gobierno de Bashar Al-Asad y a los grupos que lo combaten, también financiados por los EEUU y Arabia Saudí. Ese gobierno ha recibido miles de millones en préstamos y en ayuda militar desde el año 1979, cuando Irán vio que sus relaciones con él le permitían saltar el bloqueo internacional. Y es a través de Siria por donde Irán envía su ayuda militar a Hezbollah.
Hezbollah: el socio preferente.
Hezbollah, el partido de Alá, es un grupo chiita libanés mimado por Irán, que comparte con él los principios de la revolución islámica, basada en la idea de la Velayat-e faqih, o gobierno integrista religioso. Desde 1982 Irán lo ha adoctrinado, financiado, equipado y entrenado, a la par que Siria. En su manifiesto de 1985 este grupo proclama la necesidad de crear un estado islámico, para lo que cuenta con una ayuda superior a los 700 millones de dólares al año, a la que se suma la de los bancos libaneses, que también lo financian. Razón por la cual todos sus directivos, muchos de ellos cristianos, han huido del país, ya que temen ser objetivos de las represalias israelíes. Debiendo añadirse a ello los impuestos que recaudan de la población de su zona de control.
Hezbollah ha acumulado un arsenal estimado en 150.000 misiles de distintos tipos, proporcionados por Irán. Sus ataques indiscriminados y, sin sentido militar, a Israel son respondidos con represalias masivas y la eliminación de sus líderes, constantemente espiados por Israel. Recientemente el gobierno iraní está intentando que los talibanes, a los que llama «el auténtico movimiento de la región» envíen soldados a Gaza y el Líbano. En Afganistán ofrecieron un regimiento para liberar su capital (sic): Jerusalén. No se sabe si esos combatientes han llegado, pero lo que sí es cierto es que según fuentes de primera mano procedentes de Irán, y fiables: » se les está ofreciendo a los refugiados afganos 70 millones de tomans (900 euros) si se alistan en Hezbollah». Esa misma fuente recibió la oferta, pero: «no la acepté, porque creo que esa no es una guerra nuestra». y además: » porque toda mi familia estaba en contra». Al preguntarle si conocía a alguien que hubiese aceptado: «por lo que yo sé no le veo mucho futuro al reclutamiento de afganos para Hezbollah, pero parece claro que los talibanes si pueden comprometerse».
Los hutíes: los delegados privilegiados.
Los hutíes son un grupo militar yemení aliado de Irán, que desde la toma de la capital en 2014 han conseguido controlar parte del país tras una guerra que ha costado 477.000 vidas. Actualmente disparan misiles contra el tráfico comercial del Mar Rojo y el Golfo de Adén. Su aprovisionamiento militar proviene de Irán y de los restos del material soviético con el que el país estuvo armado hasta los dientes. Por el contrario, apenas reciben ayuda financiera directa. Su financiación sale del tráfico de drogas y de productos petrolíferos que venden en caso de necesidad. El apoyo iraní se debe a que comparten las creencias chiitas extremas y a que son un juguete que Irán maneja para enfrentarse a Arabia Saudí y los EEUU.
Los grupos iraquíes.
Desde hace dos décadas Irak, cuyos habitantes de su zona sur son chiitas, ha dado a luz numerosos grupos financiados y armados por Irán. Entre ellos: Kataib Hezbollah, Harakat al Nujab, Kataib Sayyid al Shuhada y Assaib Ahl al Haq Todos ellos han participado en numerosos ataques contra las fuerzas de los EEUU, y en territorio sirio.
Aunque los grupos apoyados por Irán reivindican su independencia, están notoriamente controlados por Irán, que maneja a su gusto a sus líderes y les da dinero y armas.
Irán y sus delegados: una pesada carga para el pueblo iraní.
Crear una red de terroristas delegados es muy caro, y además trae como consecuencia las sanciones internacionales en un país con la economía destrozada. Y en el que es el pueblo el que sufre las peores consecuencias, porque Irán da prioridad al terrorismo en vez de a su población civil.
A pesar de disponer de buena parte del petróleo mundial y otros recursos, el 30% de su población vive en la pobreza. La corrupción campa a sus anchas, mientras uno de cuatro habitantes está en la pobreza absoluta. El paro alcanza el 45% con unos 22 millones de parados, mientras el gobierno responde con una durísima represión y con el record del mundo en la aplicación de la pena de muerte. El país que incuba al terror es a la vez uno de los más infelices del mundo.