23 mayo, 2024
Dada la afición cierta que el Gobierno español siente por la aeronáutica, es lógico que al ciudadano le entren serias dudas de si no será mejor abandonar su dolorida condición terrícola y optar por al ancho universo, allí donde la felicidad gubernamental y la mentira se mueven en las coordenadas de lo infinito. Y puestos en esa tesitura astral, aún se le ofrece una doble opción respeto de qué cohete elegir para su viaje intergaláctico. Si el que «descubría´´ Yolanda Díaz semanas atrás, ese en el que se escaparán los “muy ricos” dejando al resto del paisanaje en este mundo terrenal “del carajo” o el más eufórico de Pedro Sánchez cuando afirmó,días atrás en foro de prensa apesebrada, y luego de que el año anterior anunciara que la Economía iba como una moto, que la salud económica del país ha dado este año el salto de la motocicleta a la nave espacial.
La primera de las opciones tiene la ventaja de que los ricos, con la astucia evidenciada por el hecho de su propia riqueza, tienen el acertado olfato de intuir en lontananza los peligros venideros y hacer un oportuno mutis por el foro, una elegante escapada que, no lo dice la ministra, es fácil intuir que sería hacia la constelación de Pegasus, entiéndase bien que es, sin suspicacia alguna, sólo porque su estrella principal billa 9800 veces con mayor intensidad que nuestro astro rey.
La segunda de las naves, comandada por Pedro Sánchez, tiene la virtualidad de ser una especie de flauta de Hamelin para incautos pero promete eternas auroras boreales en la universalidad de la riqueza y la felicidad.
Solo falta por saber cuánto hay de cierto en la afirmación del presidente al asegurar que la economía actual de España va como un cohete. Para ello, nada mejor que seguir el consejo presidencial de que “los problemas se solucionan afrontándolos de frente” -¿de qué otra forma se afrontan? (etimológicamente ad- :hacia y frons, frontis: frente- en un análisis de prueba error al que hay que contraponerle los datos reales –no imaginarios- que las instituciones oficiales predican de la solvencia económica de nuestro país.
Y algunos de esos datos indican que en nuestra sociedad la carencia material y social severa asciende al 9% en 2023 y supone la tasa más alta desde 2014, según el INE. Dicho en otras palabras, 1,7 millones de españoles están acogidos al Salario Mínimo Vital para sobrevivir, de los que «el 41,2% son menores» y «103.000 de hogares monoparentales» informa el Ministerio de Seguridad.
Dicen también los datos que frente a países como Irlanda, donde el PIB creció un 21 % entre 2019 y 2023, en la zona Euro lo hizo un 2,1 % y en el conjunto de la UE un 3,2 %, mientras que en España no superó el 0,3 por ciento. Lo dice Eurostat. Y ello pese a ser una época que contó con el mayor viento de cola del estímulo fiscal y monetario de la Historia, además de la inyección de los fondos Next Generation.
En ese cohete económico que Sánchez quiere situar más allá de la estratosfera, se da la circunstancia de viajar también la mayor tasa de paro de Europa o de ser la cuarta Economía con el sector público más endeudado. Con el hándicap de que esa deuda, la reposición de ese dinero malgastado no sólo “no es de nadie” como aseveró en su día la ex vicepresidenta Carmen Calvo Poyato, sino que tendrá que salir del bolsillo de todos los españoles. Deuda que en los seis años de presidencia de Sánchez en La Moncloa se incrementó en 371.823 millones de euros.
Y hasta la joya de la corona, ese reciente y sorprendente crecimiento de un 3,7 % por encima de los niveles de 2019 y que con tanto jolgorio proclama la palabrería gubernamental es mero artificio si se mide en términos per cápita. Porque apenas ha aumentado un 0,3 %, siete veces menos que en la media de la eurozona –Banco de España dixit- y se debió al aumento de la población, disparado en un millón de personas en los últimos dos años, en su mayoría inmigrantes. Pero en el bolsillo de cada español, no subió más que ese 0,3 por cien.
Y como las desgracias, pese a la euforia presidencial, nunca vienen solas, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, AIReF, acaba de advertir sobre el riesgo de incumplimiento de la regla del gasto por parte de Pedro Sánchez y ha pedido un ajuste de 36.000 millones de euros para los próximos cuatro años, que serán otros tantos bocados a la economía individual de la ciudadanía, vía impuestos. Una estimación de aumento del gasto que el organismo público prevé de un 4% en España frente al 2,6% que exige Bruselas, lo que implicará “un deterioro de las finanzas públicas a medio plazo en un contexto de elevada deuda que, además, elevaría el ajuste –impuestos- por el nuevo marco fiscal europeo.
Los datos certificados por el Instituto Nacional de Estadística, Ministerio de Seguridad, el indicador de la UE Eurostat, el Banco de España o la AIReF debieran suponer suficiente lastre de rigor y verdad como para impedir el despegue del cohete presidencial con el riesgo que ello supone para el conjunto de españoles cuando se inicie la cuenta atrás de la ignición para la partida. Para Sánchez, no; para él siempre quedará la opción de cambiar de opinión y subirse en el más seguro cohete de los ricos. ¿Hacia qué galáctica constelación? Pegasus, no cabe duda