5 octubre, 2025
Todos los hechos tienen una causa que puede explicarlos, de la misma manera todas nuestras acciones pueden ser comprendidas, porque siempre se hacen con un determinado propósito. A continuación, intentaremos entender cuál fue el fin que buscaron los talibanes al cortar internet y dejar aislado a su país.
El 13 del IX de 2025 Zalmay Khalilzad, antiguo embajador norteamericano en Afganistán y Adam Boehler, enviado especial para negociar la liberación de rehenes y prisioneros se reunieron en Kabul con los talibanes. De los líderes talibanes participaron Amir Khan Muttaqi y Abdul Ghani Baradar; y en ella, además del canje de prisioneros se discutió el interés que tenían los EE. UU en recuperar la antigua base aérea de Bagram, situada muy cerca de Kabul, y de gran valor estratégico.
Cinco días más tarde Donald Trump anunció su intención de recuperar esa base, destacando su importancia por su proximidad con China, y también con Irán y Rusia. Los talibanes se alarmaron, pero ese anuncio también generó una gran división interna sobre el posible retorno del ejército norteamericano. Su líder supremo Hibatullah Akhundzada y sus seguidores residentes en Kandahar, al sur del país, se opusieron a este acuerdo, porque decían que sería una traición al yihadismo. Mientras que el gobierno de Kabul, que suele ser más pragmático, y su aliado Qatar, se mostraron más favorables al acuerdo, diciendo que había que evitar caer en el aislamiento y una posible guerra civil.
Los talibanes respondieron a Trump de un modo desafiante, prometiendo oponerse a cualquier intento de violar la soberanía de Afganistán. Sus oficiales del servicio de inteligencia, incluyendo al Mullah Tajmir Jawad anunciaron su disposición a volver a los atentados suicidas para defender al régimen. Tras el grandilocuente anuncio, y temiendo una posible intervención norteamericana, el Mullah Hibatullah desapareció de Kandahar, temiendo un posible ataque aéreo norteamericano. No se sabe dónde está ahora mismo, pero lo que sí está claro es que el apagón de internet fue una medida para protegerlo e impedir que los colaboradores con los norteamericanos pasasen ningún tipo de información.
Desde mediados de septiembre los talibanes comenzaron a cortar la red de fibra óptica. Primero fue en la provincia de Balkh, y luego en las de Baghlan, Badaskhshan, Kunduz, Nangarhar, Takhar y Herat. El 29 de septiembre a los 5.00 PM, hora local dejaron a ciegas a todo el país sin previo aviso.
Aunque esta no haya sido la razón principal, tampoco puede despreciarse el componente ideológico de la medida. Según algunas fuentes se trataba de prevenir la difusión del vicio, pero el apagón tuvo muchas más consecuencias. Internet colapsó, las familias se quedaron sin comunicación en un país muy mal comunicado, y creció la angustia. Todos los bancos, la administración y las empresas de todo tipo, como las que permiten las transferencias desde el extranjero, colapsaron, perjudicándose así la vida de muchas personas. En las fronteras, más de mil camiones quedaron parados, la actividad comercial colapsó y subieron los precios. La UNAMA, misión de la ONU en Afganistán perdió el contacto con quienes estaban auxiliando a las víctimas de recientes terremotos. Arafat Jamal de la UNAMA definió el apagón como: “otra crisis a mayores en una cadena de crisis”.
Los vuelos a Kabul se suspendieron, las aduanas se cerraron, la educación on-line colapsó, y todos los programas de ayuda también. Los medios de comunicación se quedaron en silencio, y la información se daba a cuentagotas. El 1 de octubre se reestableció el sistema sin mediar explicación. Pero conversaciones con algunos talibanes puedan darnos algunas pistas.
El primer ministro Mullah Mohammad Hassan Akhund, que reside en Kabul fue quién dio la orden de reestablecer internet. Esta fue la primera vez que se incumplió una orden dada por el líder supremo que vive en Kandahar, que es quién más se opone al retorno norteamericano a Bagram.
¿Entonces, a que se debió este draconiano apagón?
Los motivos de Hibatullah son torticeros y malevolentes. Algunas fuentes dicen que los talibanes de Kabul estaban negociando con los norteamericanos a sus espaldas, y que para eso necesitaban internet. Otras afirman que temía un golpe de estado encabezado por el ministro del interior Sirajuddin Haqqani, que no conseguía que el emir diese marcha atrás a esta decisión.
Ni que decir tiene que la obsesión de los talibanes con el “vicio” es más un reflejo de su perversión sexual que de su fervor religioso. Dicen que internet facilita pornografía e inmoralidad, pero practican orgías en las que consumen generosamente Viagra, tienen múltiples esposas y amantes y practican la pederastia en las madrasas. Son igual de hipócritas que crueles, y al apelar a ese propósito ocultaron su verdadero fin: recuperar el control total. Su paranoia sexual es cierta, pero el corte lo que pretendía era aislar, confundir y desorientar a la gente, siguiendo las consignas aprendidas en la red de escuelas islamista Deoband, fundadas y financiadas por los británicos y situadas en la India y Pakistán.
Cortar internet significa anular la capacidad de resistencia y amparar la impunidad.
Desde hace cuatro años los talibanes han querido asesinar el alma de los afganos. Prohibieron la presencia de las mujeres en las escuelas, universidades y vida pública. Han expropiado tierras a los que no son pastunes- su etnia propia-, han desplazado en masa poblaciones, asesinado a antiguos soldados del ejército y aplastado cualquier tipo de protesta. Internet era el último bastión de la resistencia que permitía sacar a la luz sus atrocidades. Eso minaba su credibilidad internacionalmente. Todas las informaciones que llegan a la UE o a la ONU lo hacen a través de internet. Al cortarla logran que sus crímenes sean ya invisibles. Ya pueden desterrar, encarcelar, matar a gentes de los demás grupos étnicos sin que se oiga ni un susurro. Además, al prohibir los dispositivos de Starlink, que dan acceso a internet al mundo rural más aislado, han dejado clara su intención de lo que han hecho y pueden volver a hacer.
Cuando vuelva el apagón sus víctimas serán primero las mujeres y las niñas, que no pueden aparecer en la esfera pública. Hasta ahora se podía informar a veces sobre sus detenciones, sus violaciones al ser detenidas y sobre el daño que supone para una mujer haber perdido su honor por haber sido violada, probablemente en grupo; lo que supone su ostracismo social. Sin internet los crímenes talibanes quedarán en el pozo del silencio.
¿Desde un punto de vista técnico, qué puede haber pasado?
Una fuente fiable dice que esto no ha sido más que un ensayo, llevado a cabo gracias a la ayuda de Rusia e Irán, con el fin de poder crear sistemas de control de la información on-line. Han cambiado de redes 3G y 4G a más lentas 2G para poder controlarlas más fácilmente. Otra fuente señala que: “internet es más lento ahora que antes. Muchas veces los teléfonos tampoco funcionan, y nadie sabe que es lo que ha pasado”. Los talibanes intentan bloquear los contenidos no permitidos con sus filtros y desvían el tráfico a sus propios servidores, y con la ayuda de China están estableciendo el control digital. Y eso los hace aún más peligrosos, porque pueden controlar quién visita qué página web. Todo el mundo pasará a ser para ellos presa fácil, porque, partiendo de ese espionaje, se podrán hacer impunemente detenciones.
Una llamada a la acción
Los talibanes han aprendido a cortar internet. Podrán hacerlo cuando se sientan amenazados, y sea de modo real o imaginario. Podrán destruir la economía, aplastar los derechos humanos, sobre todo de las mujeres y las niñas, y sus actos, sumidos en la oscuridad no tendrán consecuencias, porque no podrán ser conocidos por nadie.
Internet es vital para comunicarse en un enorme país sin ferrocarril y con malas carreteras, y también lo es para documentar abusos y sencillamente para sobrevivir. La comunidad internacional, centrada solo en Oriente Medio y preocupada por crear un nuevo estado palestino- o dos una en Cisjordania y otro en Gaza-, ignora el sufrimiento de las gentes de Afganistán, que sí que tienen un estado fallido que no les garantizada nada. Y es que el estado es solo un medio para un fin y ese fin es hacer posible el disfrute de los derechos humanos y de una vida digna para todos y cada uno.