El emblemático actor francés Gérard Depardieu, protagonista de películas icónicas como Cyrano de Bergerac, Novecento o El último metro, ha sido declarado culpable este martes de agresión sexual “con fuerza y sorpresa” durante el rodaje de una película. El juez ha condenado al actor a 18 meses de prisión suspendidos –que no deberá cumplir–, así como a la inscripción en el registro de agresores sexuales y a la privación de sus derechos civiles durante dos años.
Esta sentencia marca un antes y un después en la industria cinematográfica francesa, ya que Depardieu se convierte en el primer gran actor del país condenado por delitos sexuales en el ámbito laboral, lo que muchos consideran el comienzo de un #MeToo francés.
Un juicio tenso y polémico
El veredicto llega tras un proceso judicial marcado por las tensiones, en el que las acusaciones de dos mujeres vinculadas al rodaje de Las persianas verdes en 2024 fueron determinantes. La primera denunciante, una escenógrafa identificada como Amélie, relató cómo Depardieu la atrapó en un pasillo, tocándole los pechos, los glúteos y los genitales mientras hacía comentarios obscenos. La segunda denunciante, identificada como Sarah (nombre modificado), aseguró que el actor le tocó los glúteos y los pechos en varias ocasiones durante el rodaje.
A pesar de que Depardieu negó los hechos en todo momento, el tribunal destacó que su versión fue inconsistente y cambiante a lo largo del proceso, mientras que las declaraciones de las denunciantes se mantuvieron coherentes y firmes. El actor llegó a esgrimir argumentos tan insólitos como el supuesto impedimento físico para cometer tales actos: “No veo cómo podría hacerlo con la barriga que tengo”.
Un escándalo que sacude el cine francés
La sentencia no solo afecta a Depardieu, sino que también pone bajo la lupa el entorno profesional del cine en Francia, donde una veintena de mujeres han denunciado comportamientos similares por parte del actor. Algunas denuncias han sido archivadas por prescripción, pero el impacto mediático sigue creciendo. Incluso figuras públicas como Brigitte Bardot han salido en su defensa, criticando lo que consideran una “caza de brujas” contra los hombres en la industria cinematográfica.
Durante el juicio, la defensa de Depardieu protagonizó momentos de gran agresividad verbal, lo que provocó nuevas sanciones por parte del juez. La abogada Claude Vincent, representante de una de las denunciantes, calificó el fallo como el “fin de la impunidad”, lamentando que el juicio se convirtiera en un ataque contra las víctimas.
El ocaso de una estrella
Depardieu, que no estuvo presente en la lectura de la sentencia debido a que se encontraba rodando en Las Azores, enfrenta ahora un oscuro panorama profesional y social. Aunque el fallo no implica prisión efectiva, su reputación ha quedado gravemente dañada. En un contexto donde la industria del cine francés parece estar cambiando, la condena de Depardieu podría ser el inicio de un replanteamiento en la tolerancia hacia el abuso y el acoso en el sector cultural.



