El esperado cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco comenzó este miércoles en el Vaticano, con un ambiente de profunda solemnidad y recogimiento. Los 133 cardenales electores, todos menores de 80 años, ya se encuentran encerrados en la Capilla Sixtina, donde permanecerán aislados hasta alcanzar el consenso necesario para proclamar al nuevo Pontífice. Sin embargo, la primera votación, realizada esta noche, no arrojó resultados positivos: la fumata negra que emergió de la chimenea de la capilla indicó que aún no hay nuevo Papa.
Expectación frustrada en la Plaza de San Pedro
Más de 40.000 personas se congregaron en la Plaza de San Pedro esperando el humo que señalara el resultado de la primera votación, mientras que más de 100.000 fieles seguían la retransmisión en directo a través del canal de YouTube ‘Vatican News’. La fumata estaba programada para las 19:00 horas, pero el humo se hizo esperar, aumentando la incertidumbre. El retraso se debió al inicio tardío de la votación, ya que el cierre de la Capilla Sixtina se produjo finalmente a las 17:46 horas, más tarde de lo previsto inicialmente.
Entre los asistentes, la mezcla de expectación y resignación era evidente. Muchos se sentaron en el suelo ante la larga espera y algunos comenzaron a marcharse. Un fiel comentó con resignación:
«Solo Dios lo sabe, cuándo y quién será…».
Inicio solemne y reflexión conjunta
La jornada comenzó con la tradicional misa Pro Eligendo Pontifice en la basílica de San Pedro, presidida por el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, quien, debido a su edad, no participa en la votación. Durante su homilía, el cardenal hizo un llamado a la unidad:
«La unidad que quiere Cristo no significa uniformidad, sino una firme y profunda comunión en la diversidad, siempre que se mantenga en plena fidelidad al Evangelio», subrayó.
Finalizada la misa, los purpurados compartieron su último almuerzo en libertad en la residencia de Santa Marta, donde intercambiaron impresiones antes del aislamiento. Posteriormente, a las 16:15, los cardenales se reunieron en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico y procesionaron hacia la Capilla Sixtina, entonando el «Veni Creator», una plegaria que invoca la guía del Espíritu Santo.
Cierre de puertas y aislamiento total
El momento culminante llegó cuando el maestro de ceremonias, Diego Ravelli, pronunció el solemne «Extra Omnes» (fuera todos), indicando la expulsión de cualquier persona ajena al cónclave y ordenando el cierre de las puertas. Los portones de madera, custodiados por guardias suizos con alabardas, se cerraron a las 17:46 horas, dejando a los cardenales en un aislamiento total.
Los purpurados entregaron sus teléfonos móviles y se bloqueó la conexión celular alrededor del Vaticano para impedir cualquier comunicación. El hermetismo es total hasta que elijan al nuevo líder de la Iglesia Católica, que dirigirá a 1.400 millones de fieles en todo el mundo.
Un cónclave histórico y diverso
Este cónclave es el más internacional de la historia, con cardenales provenientes de 70 países, muchos de ellos nombrados directamente por el Papa Francisco. El 80% de los purpurados fueron designados por el difunto pontífice, quien rompió con la tradición al superar el límite habitual de 120 cardenales electores, incluyendo a representantes de países del sur del mundo, históricamente marginados.
Destacan figuras como el cardenal Pietro Parolin, presidente del cónclave y considerado uno de los favoritos para suceder a Francisco. También resalta el cardenal Carlos Osoro Sierra, arzobispo emérito de Madrid, conocido por su perfil dialogante y su apuesta por una Iglesia cercana y social.
La espera continúa: una elección incierta
El proceso de elección del nuevo Papa se produce en un momento histórico de grandes desafíos para la Iglesia Católica, que necesita un liderazgo sólido, unificador y abierto al diálogo. La elección del sucesor de Francisco se enfrenta a un contexto marcado por profundas transformaciones sociales y religiosas en todo el mundo.
La decisión del Papa Francisco de incorporar a cardenales más jóvenes y de países con menor peso económico ha añadido un grado inusual de incertidumbre en un proceso que siempre está envuelto en misterio. Esta diversidad geográfica y cultural hace que la elección sea aún más compleja y abierta a sorpresas.
Recogimiento y oración en el Vaticano
Mientras el Vaticano se sumerge en el silencio característico de este proceso milenario, miles de fieles mantienen la esperanza de recibir pronto la noticia del nuevo Pontífice. La Plaza de San Pedro continúa repleta de personas que siguen el desarrollo de los acontecimientos con recogimiento y oración, a la espera de una nueva señal que revele si el consenso ha sido alcanzado.
La fumata negra ha dejado claro que el cónclave continuará. El misterio persiste y el mundo católico permanece en vilo, esperando el anuncio que marcará el rumbo de la Iglesia en los próximos años.






