29 junio, 2024
Puede pasar desapercibido para quienes residen en la ciudad, pero desde el ámbito religioso confirman que pasa «mucha gente» a diario por el convento de las Esclavas, encajado en un discreto emplazamiento entre el parque Reina Sofía y el Parador de Turismo de Ferrol.
Fue esta primavera cuando trascendió la próxima marcha de las religiosas que habitan el último recinto dedicado a la vida contemplativa en toda la comarca ferrolana, enmarcada en una Diócesis de Mondoñedo-Ferrol en la que apenas hay otros tres, ya en la provincia de Lugo, tanto en Ribadeo como en Mondoñedo y Viveiro.
Siete hermanas mantienen abierta su sobria capilla, en cuyo interior también vive una octava integrante, «encamada» y que está «terminando sus días junto a su otra familia», cuenta a EFE Antonio Rodríguez Basanta, párroco de la cercana concatedral de San Julián, el principal templo de la urbe naval.
El sacerdote charla horas después de haber visitado a esa religiosa para facilitarle la unción de enfermos y admite las vicisitudes a las que una congregación como la de las Esclavas del Santísimo Sacramento se ven abocadas por la «crisis general», no solo de vocaciones, también de adhesión a los valores que predica la Iglesia.
Rodríguez Basanta afirma que no hay fecha concreta para la marcha de las monjas, precipitada por la «escasez» de hermanas que propicien el relevo generacional, por lo que alude a la necesidad de que cada «orden tendrá que echar cuentas», ya que se requiere un mínimo de seis personas por convento.
En el ferrolano se supera provisionalmente esa cifra, pero la mayor parte son de edad avanzada en un inmueble cuya superiora es de Kenia y una de las dos únicas mujeres que han llegado del extranjero.
El párroco de San Julián aplaude la «respuesta generosa» de la ciudadanía ante la campaña recientemente iniciada para lograr que el adiós de las religiosas no suponga bajar la persiana en la capilla, propiedad del Obispado.
Fuentes de la Diócesis señalan a EFE que la iniciativa busca «garantizar que siempre haya alguien rezando» y que desconocen «cuándo será la salida, es una cuestión de la comunidad religiosa», aunque deslizan que prevén que cuando «ellas la fijen avisarán al obispo y se anunciará algún acto de despedida».
Por lo pronto, se ha conseguido la respuesta de 42 personas para acudir regularmente al templo, con la intención de que puedan ser hasta 63 para que la apertura se extienda a toda la semana.
«Hay dos seglares laicos que coordinan esos turnos; si falta alguien por cualquier circunstancia, buscan a otro voluntario», apunta Antonio Rodríguez Basanta sobre un plan trazado para que el horario vaya de las diez de la mañana a las siete de la tarde.
Las iglesias más próximas, tanto San Julián como las del Carmen y el Socorro, son lugares habilitados para recoger las fichas con las que sumarse a la iniciativa de rescate de una capilla en la que las Esclavas siguen desfilando a paso lento.
Por el momento, reina la escena habitual: alguna o varias hermanas, vestidas completamente de blanco y con su rostro oculto por un velo, desfilan a paso lento y de espaldas al público cuando concluyen su rezo, iniciando la retirada al interior de un convento que aspira a seguir vivo aunque sus grandes protagonistas ultimen la despedida.