5 octubre, 2024
Escritora, periodista, pintora, bailarina, cantante, actriz y una de las primeras directoras de cine francés. Todos estos méritos adornaron la personalidad de la francesa Jeanne Roques (1889-1957), de nombre artístico Musidora, a quien los surrealistas franceses André Breton y Louis Aragon, inspirados por su talento y belleza, calificaron como la “décima Musa”.
Como actriz, Musidora protagonizó, en uno de sus primeros papeles, “Les Vampires”, película de 1915 estructurada en diez episodios y dirigida por el realizador francés Louis Feuillade. Esta cinta de cine mudo narra las andanzas parisinas de un ingenioso grupo de ladrones de joyas, cuyos actos delictivos son liderados por la misteriosa Irma Vep (anagrama de vampire) una vampiresa que escala como una gata-ladrona por los tejados de París asustando y seduciendo a sus víctimas con su hermosura de tez blanca y ojos negros.
Musidora (Irma Vep), acabaría inspirando a las escasas mujeres de la época que se iniciaban en el mundo del “Séptimo Arte”, como fue el caso de la actriz y directora de cine española Helena Cortesina (1903-1984), quien en 1920 posaba, en una promocional sesión fotográfica en la playa de la Concha de San Sebastián, con el traje vampírico de seda y color negro de Irma Vep, antecedente a su vez de otras conocidas heroínas del celuloide, como Emma Peel, de “Los Vengadores”, o “Catwoman”.
También destacó Musidora como directora, siendo uno de sus primeros filmes el que dirigió, produjo y protagonizó en la película “Pour Don Carlos” (Por Don Carlos), título que hace alusión a Carlos VII, pretendiente carlista al trono de España hasta su fallecimiento, acaecido en 1909 y que versa sobre la tercera –y última– Guerra Civil Carlista: 1872-1876.
Este filme se estrenó en nuestro país en el mes de diciembre de 1921, con el título de “La capitana Alegría”, personaje al que daba vida la propia Musidora, interpretando el papel de una valiente mujer –a medio camino entre Agustina de Aragón y Mata Hari– que durante la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), lucha con pasión –y espía por amor– por la causa del pretendiente carlista al trono de España: Don Carlos.
La película está basada en la novela homónima (publicada en 1920) del escritor francés Pierre Benoit, cuya adaptación al cine fue realizada por Musidora y Jaime de Lasuén, un ferviente carlista con quien volvería a colaborar en 1922, en la película “Sol y sombra”, que también se exhibió en las pantallas de cine con el título de “La española”. Y a esta película de su serie hispana seguiría otra que, rodada en 1924, llevó por título: “La tierra de los toros” (Musidora fue una ferviente y apasionada defensora de los festejos taurinos), la cual, además de dirigir, protagonizó junto al rejoneador carlista cordobés Antonio Cañero, taurómaco con quien la diva francesa mantuvo una relación amorosa durante los años de su estancia en España.
La atracción que la polifacética realizadora francesa sintió por España llegó a ser tan intensa que mereció las mejores críticas en los principales periódicos de la época, de entre las que destacaron las que, en 1921, le dedicó (en “El Liberal”) el escritor y periodista Ramón Gómez de la Serna.
Así mismo, el cine de Musidora tuvo una tan intensa, como poco conocida, influencia en las primeras realizaciones cinematográficas del director de cine aragonés Luis Buñuel, como se refleja en algunas de las escenas de su primer cortometraje, filmado y guionizado en 1929 a medias con Dalí y que llevó por título el surrealista nombre de “Un chien andalous” (Un perro andaluz).
Del mismo modo, Musidora llegó a ser una de las “mujeres morenas” que –como canta la copla– pintó el gran artista español Julio Romero de Torres. En esta pintura, el autor retrató a Musidora cual “Venus del Espejo”, de Velázquez, o más claramente como “Maja semidesnuda”, emulando a los cuadros de “las dos Majas” (vestida y desnuda) pintados por Goya.
El acierto del autor del “Poema de Córdoba”, al emplear colores cálidos y oscuros en este óleo, aportan una mayor seducción a la imagen de Musidora, cuya (según el articulista de la “Revista Blanca”, en su edición del 15 de marzo de 1932) “belleza singular, de abrasadores ojos, queda bien reflejada en esta pintura. En ella, esa gracia ligera de la parisiense adquiere el contorno sombrío de inquietante hermosura cordobesa, adornando su silueta de andaluza, «la guitarra mora» característica de lo español. Por todo ello, el retrato de Musidora es, sin duda, uno de los más artísticos y notables del gran Julio Romero de Torres”. El cuadro se exhibe actualmente en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires
Pero, continuando con la película “Pour Don Carlos”, la cinta –con un metraje de 80 minutos de duración– está considerada como la mejor y más ambiciosa película dirigida por Musidora, siendo además el primer filme comercial que se rodó en las provincias Vascongadas, así como el primero que abordó el tema del Carlismo. De hecho, la directora manifestó en su día que antes de ponerse a filmar, presentó el guión a Don Jaime de Borbón (hijo de Don Carlos y como tal, pretendiente carlista legítimo al trono de España hasta su fallecimiento en 1931) a quien le encantó la adaptación y dio su plácet para el rodaje.
Describiendo el arquetipo de la oficialidad –y del ejército carlista en general– y su cercanía con los estratos más humildes de la población española del momento, caracterizada por su recia profesión católica, en la película “Pour Don Carlos”, hay un personaje que define a la perfección este argumento; se trata de quien fuera último general carlista de Aragón: Pascual Gamundi (Maella, 1817–Biarritz, 1884), que participó en las tres guerras carlistas, el cual queda retratado así en la película: “…En ese momento llegó el general Gamundi, un hombre de gran estatura, con un grueso y canoso mostacho adornando su rostro. Sus botas, embarradas, delataban una reciente visita a la primera línea de fuego. De su boina azul colgaba un penacho de color dorado. Su capa oscura, distintiva de los generales de brigada carlistas, no portaba ninguna medalla y su única insignia, bordada en el lado izquierdo de su casaca, un escapulario con un corazón llameante, circunvalado por el lema: “Detente, el corazón de Jesús está conmigo”.