La última víctima del turismo masivo: la piscina termal de Yellowstone, que era azul y cristalina hasta que los visitantes se la «cargaron»
Imagen de la piscina termal de Yellowstone.
Juan Ferradans
28 septiembre, 2024
Si de lo que se trata es de las controversias asociadas al fenómeno turístico y toda la dimensión negativa que este arrastra, en Santiago estamos más que al tanto de la situación.
Cuanto menos, estamos familiarizados con este contexto cada vez más problemático y que ha terminado por convertirse en uno de los grandes asuntos de la política local y de la propia opinión pública compostelana de por sí: el turismo, el sobreturismo, la masificación y el impacto del mismo sobre la vida y la realidad misma de la propia capital compostelana.
En este sentido, el ya de por sí avivado debate genera todavía más repercusión cuando salen a la luz y se viralizan los actos y prácticas de visitantes que poca o ninguna consideración tienen por Santiago. Sin embargo, esto sucede, y hemos visto pintadas en el suelo del Obradoiro, acampadas en los lugares más insospechados y grupos de peregrinos que toman por las buenas calles enteras entre gritos de euforia.
El debate está ahí, pero esto no sucede ni mucho menos tan solo en Santiago, sino en toda España y, a estas alturas, ya casi en todo el mundo. Y es que el planeta y la sociedad parecen estar ganando conciencia cada vez más acerca de la «cara B» de esos lugares turísticos que ven irremediablemente condicionada su propia configuración por este fenómeno.
La problemática es real y, más allá de posturas o ideas acerca de cómo se habría de enfocar esta realidad, una de las evidencias más impepinables es que el turista, el visitante, siempre deja de alguna forma su huella en el destino al que va, siempre tiene un impacto y este se multiplica por cientos, por miles, millones…
Los turistas, los humanos, las personas. Nosotros. Definitivamente, somos capaces de alterar nuestro entorno y nuestro planeta y, tristemente, también somos capaces de degradarlo hasta su directa destrucción. Ya lo hemos hecho y seguimos haciéndolo. Porque esas pintadas en el Obradoiro u otros episodios pertenecientes a esa dimensión destructiva y odiosa del turismo son graves, aunque hay cosas peores. Puede que nosotros lloremos por los atentados contra el patrimonio compostelano, pero da que pensar que hay incluso los que lloran la desaparición de su patrimonio mismo.
Porque así ha sido en Yellowstone, un majestuoso parque nacional que alcanza los estados de Wyoming, Montana e Idaho, en Estados Unidos, y en el que la acción humana ha terminado por cargarse uno de sus mayores atractivos naturales.
EL AZUL SE VOLVIÓ AMARILLO
La piscina termal Morning Glory, una de las mayores maravillas del Parque Nacional de Yellowstone, ha perdido su característico color azul cristalino. Se lo han robado. Y es que según se reportó en los últimos días, las décadas de mal comportamiento por parte de los visitantes habrían propiciado la degradación de este lugar. Lo que alguna vez fue una impresionante laguna de aguas de un azul puro, conocida por su belleza natural y sus profundidades hipnóticas, hoy presenta tonos amarillos y verdes. Este cambio, que ha sido progresivo pero constante, ha despertado preocupación entre los científicos y expertos del parque, que señalan a la acción humana como principal responsable.
Ubicada en la Cuenca Upper Geyser, cerca del famoso géiser Old Faithful, Morning Glory ha sido una atracción icónica para los millones de turistas que visitan Yellowstone cada año. Sin embargo, muchos de estos visitantes no han comprendido la fragilidad del ecosistema geotérmico, y desde hace décadas han visto la piscina como un «pozo de los deseos», arrojando monedas, piedras, basura y otros objetos en su interior. Esta práctica, aparentemente inofensiva, ha causado un daño irreversible al sistema termal que alimenta la piscina, según recogen NY Post entre otros medios en los últimos días.
De acuerdo con el científico jefe del Observatorio Volcánico de Yellowstone, Mike Polonia, la acumulación de objetos en el fondo de la piscina ha obstruido el flujo de agua caliente que mantiene su temperatura estable, lo que ha permitido la proliferación de bacterias que alteran el color de las aguas. «Las piscinas termales más calientes suelen ser de un azul brillante debido a su alta temperatura, que impide el crecimiento de bacterias. Pero cuando la temperatura desciende, como ha ocurrido en Morning Glory por los objetos arrojados, diferentes tipos de bacterias comienzan a crecer, lo que da lugar a colores más verdes y amarillos«, explicó Polonia.
DÉCADAS DE DAÑOS
El caso es que el daño a Morning Glory no es un problema reciente. Ya en la década de 1990, el Servicio de Parques Nacionales organizaba limpiezas periódicas de las piscinas termales de Yellowstone para intentar preservar su belleza natural. Jeff Henry, un ex guardabosques del parque que participó en esas limpiezas, señaló para Cowboy State Daily lo laborioso y peligroso que era el proceso. «Teníamos que bajar el nivel del agua en la piscina con camiones de bomberos y luego liberar el agua en el río Firehole. Fue un trabajo meticuloso porque no queríamos dañar el delicado sistema térmico de la piscina ni poner en riesgo a los trabajadores», comentó Henry.
Durante esas limpiezas, se recuperaron miles de objetos del fondo de la piscina, desde monedas hasta rocas y basura. «En el fondo encontramos de todo. Muchas de las cosas eran lanzadas por los turistas como si se tratara de un pozo de los deseos, y otros objetos probablemente cayeron accidentalmente. Recuerdo haber sacado sombreros, llaves y hasta una rueda vieja de bicicleta«, añade Henry. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el daño ya había comenzado y el cambio de color de la piscina se volvió más notorio con el paso del tiempo.
BELLEZA ENTRE VANDALISMO
Morning Glory ha sido conocida durante mucho tiempo por su belleza casi hipnótica. Las antiguas descripciones de los primeros visitantes del parque la elogiaban por sus aguas de un azul puro, rodeadas de un entorno impresionante. No obstante, como explica la historiadora del parque, Alica Murphy, esa misma belleza ha atraído a muchos visitantes a cometer actos de vandalismo. «Los pozos de los deseos son una tradición antigua que despierta en las personas un instinto extraño de arrojarles cosas. Para muchos, es una especie de ritual, y en Morning Glory esto se ha convertido en un problema grave«, afirma Murphy.
Con el tiempo, las autoridades del parque endurecieron las normas y la vigilancia para evitar que los turistas continuaran arrojando objetos en las piscinas termales. Si bien el vandalismo ha disminuido, según Jeff Henry, el daño ya estaba hecho. «Hoy en día no veo tantas monedas en los estanques como cuando comencé a trabajar en Yellowstone, pero el daño que se hizo durante décadas es difícil de revertir», lamentó el ex guardabosques al medio estadounidense.
EL DEBATE DEL FUTURO
Afortunadamente, los visitantes ya no perciben el paraíso termal de Yellowstone como un parque temático, tal y como en otro tiempo fue. «Creo que la gente es mucho más considerada hoy que en mis primeros días», concluye el ex guardabosques de Yellowstone, Jeff Henry, si bien es cierto que el daño ya está hecho y que este icónico lugar del parque nunca volverá a ser igual. Tan cierto como que episodios como el de Yellowstone ponen de manifiesto la tan problemática dimensión que comienzan a aflorar cada vez más desde el turismo o, cuanto menos, más visibilizada día tras día.
Sea como fuere, el debate, en Santiago, España o EEUU, no ha hecho sino comenzar.
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