28 septiembre, 2024
La gloriosa Copa Libertadores entra en su fase decisiva y ya se conocen los cruces de semifinales. Para los no tan seguidores del fútbol del otro continente, este torneo sería el equivalente a nuestra Champions League, por lo que al igual que aquí se enfrentan los mejores equipos de Europa en una gran copa, allá lo hacen los de Sudamérica.
En esta línea, al igual que en la Champions League podemos encontrar un dominio bastante claro de ciertos equipos y ligas (como España, Inglaterra y, quizás un peldaño por debajo, Francia o Italia), lo mismo sucede del otro lado del charco, donde la hegemonía la marcan los equipos argentinos y brasileños. Basta con decir que en los últimos 20 años tan solo en tres ocasiones el campeón del torneo no ha sido un conjunto de Brasil o Argentina para probar esta realidad.
Es por eso que cuando un equipo ajeno a estas dos competiciones se planta en las instancias finales se considera toda un sorpresa. Grata para los amantes del fútbol y del espectáculo y, en este caso, para los uruguayos, o más bien, maticemos, para los hinchas de Peñarol, que esta semana certificó su pase a las semifinales de la Libertadores tras superar al todopoderoso Flamengo en un cruce que ya es pura historia del club. El Carbonero ya había logrado una victoria épica en el Maracaná en la ida y, en casa, amarró el 0-0 para clasificar y sellar una noche histórica que dejó imágenes sencillamente espectaculares desde el Estadio Campeón del Siglo de Montevideo.
Atlético Mineiro y River Plate por un lado del cuadro y Botafogo y el propio Peñarol por el otro se medirán para determinar a los finalistas del torneo más grande de América, uno en el que, efectivamente, Peñarol y el fútbol uruguayo vuelven a emerger como la gran sorpresa entre el aplastante dominio argentino-brasileño.
Ya solo le quedan cinco partidos a esta Copa, esos cinco que, ahora sí, se roban toda la expectación y con los que la fanaticada sueña y fantasea durante toda la temporada y, en los próximos meses, cuatro de ellas harán esa fantasía realidad. Entre ellas la de un Peñarol que, para el que no lo sepa, cuenta con una más que profunda vinculación con Galicia. La mejor prueba de ello es que hoy, además de tantos y tantos gallegos con raices en el país e hinchas del club, muy seguramente dos gallegos celebran desde algún lugar la última gesta del Aurinegro: «El Gallego» Lorenzo Fernández y «El Chiquito» Ladislao Mazurkiewicz, dos gallegos y dos ídolos del grandioso y semifinalista Peñarol.
Precisamente por esto, qué mejor ocasión para rendir homenaje al histórico aurinegro y, por supuesto, a dos gallegos que son completas leyendas del club.
UN HÉROE DE REDONDELA Y CAMPEÓN DEL MUNDO
Lorenzo Fernández, nacido en Redondela el 20 de mayo de 1900, es uno de los grandes nombres que Galicia ha aportado al fútbol internacional, aunque su historia ha quedado en parte eclipsada por el paso del tiempo. Conocido como “El Gallego”, Fernández emigró siendo muy joven a Sudamérica, como tantos otros gallegos de la época, y se estableció en el Río de la Plata, donde su carrera futbolística lo llevó a convertirse en toda una leyenda del fútbol uruguayo.
Jugando como defensor, su trayectoria comenzó en el Club Atlético Capurro, pasando por equipos como River Plate FC, Atlético Wanderers y, sobre todo, el citado Peñarol, donde consolidó su nombre como uno de los futbolistas más grandes del fútbol charrúa, llegando también a ser entrenador del Carbonero en 1941.
Con la selección uruguaya, Fernández alcanzó la cima al formar parte del equipo que ganó la Copa del Mundo de 1930, en una épica final en Montevideo frente a Argentina que coronó a Uruguay como la primera campeona del mundo.
Además de aquel hito, «El Gallego» fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1928 en Ámsterdam y doble campeón de América en 1926 y 1935, disputando un total de 31 partidos con la selección uruguaya, en los que anotó 4 goles.
Mas allá de victorias sobre el césped y estadísticas, basta con decir que en 2002, Correo Uruguayo emitió un sello con su imagen, un gesto que subraya la importancia que tuvo para el fútbol de aquel país la figura de aquel defensa de Redondela que solo se puede definir como «leyenda».
EL CHIQUITO QUE SE MIDIÓ CON PELÉ
Si Lorenzo Fernández fue leyenda, qué decir de «El Chiquito» Mazurkiewicz, leyenda charrúa, también aurinegra y, sobre todo, considerado casi unánimemente el mejor arquero en la historia de Uruguay, siendo de hecho en su momento, década de los 70, nombrado como el mejor del mundo.
Ladislao Mazurkiewicz Iglesias, nació el 14 de febrero de 1945 en Piriápolis, Uruguay, como hijo de un emigrante polaco y de una gallega de Rianxo, Josefa Iglesias Tubío, Mazurkiewicz creció en un entorno de influencia europea, lo que contribuyó a su identidad y personalidad, forjando un fuerte vínculo con Galicia, aunque su vida y trayectoria futbolística transcurrieron principalmente en Sudamérica.
Apodado «Chiquito», «Mazurka» o «Polaco», comenzó su carrera futbolística en el club de su barrio, Guaycuru, a los 7 años, debutando como profesional en Racing Club de Montevideo en 1963 y asentándose como titular con tan solo 19 años, lo que lo catapultó al siguiente gran paso de su carrera: el Peñarol, donde se convertiría en todo un mito.
Mazurkiewicz fue una pieza clave en la historia del club aurinegro, donde jugó entre 1965 y 1970, consiguiendo títulos importantes como la histórica Copa Libertadores de 1966 y la Copa Intercontinental, derrotando a todo un Real Madrid en una recordada final y formando así parte de una de las generaciones más legendarias en la historia del conjunto uruguayo.
Su habilidad como guardameta lo llevó a ser reconocido mundialmente, especialmente durante la Copa del Mundo de México 1970, donde fue elegido el mejor portero del mundo y protagonizó una hermosa acción frente al mismísimo Pelé, la cual el astro brasileño reconoció como una de las mejores intervenciones de su carrera.
Precisamente, a lo largo de su trayectoria, Mazurkiewicz disputó tres mundiales: Inglaterra 1966, México 1970 y Alemania 1974, siendo siempre una figura crucial para la selección uruguaya, especialmente en el mencionado 1970, donde Uruguay alcanzó las semifinales, antes de caer frente a Brasil. En total, jugó 36 partidos con el combinado nacional.
Más allá de Uruguay, Mazurkiewicz también dejó su huella en el fútbol internacional. Jugó en el Atlético Mineiro de Brasil, donde ganó el Brasileirao en 1971, y posteriormente en clubes como el Granada en España, el Cobreloa en Chile y el América de Cali en Colombia.
Ya como toda una leyenda de la institución, del fútbol charrúa y mundial, «El Chiquito» pudo darse el gusto de vivir una tercera etapa en Peñarol en 1981, donde se retiró defendiendo por última vez los palos del club de sus amores, al que continuó ligado desde el cuerpo técnico.
El arquero falleció el pasado año 2013, no sin dejar tras de sí una huella imborrable a todos los niveles y siendo, lógicamente, toda una leyenda de Peñarol.
EN SEMIFINALES 13 AÑOS DESPUÉS
Peñarol enfrenta ahora un apasionante duelo frente a Botafogo en las semifinales del gran torneo, uno en el que tratará de dar vuelta a la historia, o mejor dicho, regresar a los episodios más gloriosos de la misma.
El club cuenta con 5 títulos de campeón de América (1960, 1961, 1966, 1982, 1987), lo que lo convierte en el tercero del continente en el historial, solo superado por Independiente (7) y Boca Juniors (6). Ha sido además subcampeón en otras cinco ocasiones y, ahora, ansía levantar un título que lleva sin catar desde hace nada menos que 37 años.
Se quedaron bien cerca en 2011, en una final donde, por desgracia, se cruzaron con el Santos de un fenómeno emergente que quizás les suene: Neymar, mientras que ahora se miden a otro equipo brasileño tras la gesta de haber tumbado al Flamengo.
La nómina de cracks y futbolistas con notables currículums en Europa como Gabigol, David Luiz, Gonzalo Plata, Erick Pulgar o Gerson, sumado a otros como De la Cruz o Arrascaeta, dan buena cuenta del músculo de un conjunto brasileño al que los nombres no le bastaron para tumbar el empuje charrúa.
Peñarol dio la campanada al imponerse en la ida como visitante por 0-1 en el Maracaná, mientras que en el choque de vuelta supieron sacar partido de la localía y mantuvieron el 0-0 para clasificar entre los cuatro mejores.
La irrupción de este Peñarol de Diego Aguirre, un equipo que muerde, que mete, que corre, que persigue sombras si hay que perseguirlas y que muere en cada pulgada y acción sobre el verde, es una de las sorpresas más gratas para el fútbol americano y mundial en esta temporada y, para este ya histórico grupo de jugadores, tan solo queda afrontar este gran desafío con la mayor ilusión.
A la postre, esta clasificación de Peñarol a semifinales después de 13 años, seguro que tiene celebrando por todo lo alto en algún lugar a dos cracks, «El Gallego» Fernández y «El Chiquito» Mazurkiewicz, dos leyendas de Peñarol, dos gallegos y dos charrúas de los de verdad.