4 agosto, 2024
Cuando recordamos la gran emigración hacia tierras americanas, pocas veces se habla de los habitantes de las aldeas gallegas que eligieron asentarse en Brasil. A raíz de que la mayor proporción de aquellos que se animaron a cruzar el océano descendieron principalmente en los puertos de Buenos Aires y La Habana, la relación entre Galicia y la República Federativa de Brasil (tal como indica su nombre oficial) se encuentra prácticamente invisibilizada. Sin embargo, según un estudio del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, los descendientes españoles, en inmensa mayoría llegados desde Galicia, podrían llegar a los ocho millones.
Si bien actualmente no hay datos exactos sobre el número de descendientes de gallegos que viven en el país tropical, hacia el año 1950, cuando se desarrolló el último censo en que se indagó sobre el origen de los habitantes, casi 500.000 encuestados se declararon hijos de españoles, lo que por entonces representaba el 1,5 % de la población brasilera: una cantidad más que significativa de hijos y nietos que dejaron su huella y un gran legado hasta nuestros días, pero sin la resonancia que ha tenido la comunidad emigrante en otros países latinoamericanos.
Haciendo un poco de historia, la inmigración gallega en Brasil comenzó en el siglo XIX y se intensificó en el siglo XX, pero con un gran intervalo entre las dos grandes oleadas. Siendo Argentina y Cuba históricamente las mayores receptoras de viajeros, Brasil llegó a ser entre 1870 y 1880 el tercer destino más elegido para los que partían desde A Coruña y Vigo con navieras españolas, francesas, alemanas e inglesas, ubicándolo por entonces al mismo nivel de demanda que Uruguay. Pero el crecimiento económico argentino acaparó en los siguientes 50 años el principal caudal de la diáspora, concretando nuevamente la siguiente oleada migrante hacia Brasil a mediados del siglo XX, debido a que la llegada a Argentina comenzó a tornarse complicada por la obligatoriedad de ser acreedor de una carta de invitación.
Esta ruptura en la progresión migratoria, dejando un hueco temporal tan profundo, puede ser una de las causas de la dispersión gallega en territorio brasilero: con una fuerte emigración temprana y otra llegada masiva medio siglo después, se complejizó la posibilidad de nuclear a la comunidad en áreas geográficas cercanas. Los pioneros gallegos (ourensanos), habituados al trabajo rural se instalaron en pequeños pueblos, dedicándose casi exclusivamente a la producción de cacao y caucho y los que llegaron luego de la Segunda Guerra Mundial, de Pontevedra y A Coruña, eligieron asentarse en las grandes ciudades para trabajar en la obra pública o como empleados de comercio.
En Argentina, Cuba, Uruguay y hasta Puerto Rico y México, los recién llegados acostumbraban instalarse en las capitales, porque más allá de las distancias y latitudes, allí era donde se encontraban las mayores oportunidades laborales. En cambio Brasil, por su extensa amplitud territorial y la presencia de diversas ciudades desarrolladas, propició la dispersión de los gallegos y de esa manera, una menor influencia de sus tradiciones y cultura en el país receptor, a diferencia de los sucedidos en otras naciones latinoamericanas. Así San Pablo, Manaos, Río de Janeiro, Belén, Porto Alegre, Salvador de Bahía , Goiania (y luego su capital, Brasilia, fundada en 1960), separadas por miles de kilómetros y enfrentando las barreras idiomáticas, fueron los más importantes hogares gallegos en tierras brasileras.
En un proceso similar a la adaptación en Argentina, en Brasil los gallegos comenzaron trabajando en obras y servicios y a la vez que fueron progresando montaron negocios de venta de comestibles, restaurantes, panaderías y bares. Las mujeres trabajaban como costureras, niñeras o tareas domésticas en casas particulares u hoteles. La mayoría iban a trabajar a casa del familiar que las había reclamado, ayudando en el negocio o ayudando al pariente, recibiendo como paga comida, ropa y alojamiento. A medida que avanzaba el siglo las condiciones laborales y salariales mejoraron y muchas de ellas, respetadas por su esfuerzo y buenas costumbres, obtuvieron puestos laborales de nivel suficiente para ser jefas de familia cuando todavía era muy raro de ver a una mujer emigrante en América teniendo un salario más alto que su esposo.
Luiz Cardozo, profesor de la Faculdade da Filosofía da San Salvador, centro del estado costero de Bahía, en el norte de Brasil nos cuenta que “nuestra ciudad fue la primera capital del Brasil colonial, por eso tiene gran importancia estratégica e histórica. Nuestra ciudad es una metrópolis regional con casi 3 millones de habitantes, siendo la ciudad más poblada del noreste de Brasil y la tercera más poblada de todo el país. Además, Bahía es un importante centro económico, industrial, administrativo y turístico, que cuenta con un excelente clima todo el año, paradisíacas playas y un centro histórico certificado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Por algo nos llaman la ciudad de la alegría”.
Y continúa explicando que “particularmente Bahía recibió gran parte del flujo de emigrantes españoles de fines del siglo XIX junto a Recife, Natal y Fortaleza. Actualmente los españoles en San Salvador de Bahía son 10.000, y entre vascos y catalanes, los gallegos y descendientes son amplia mayoría. Con el paso de los años los exiliados fueron buscando las grandes ciudades del sur, como Río de Janeiro, San Pablo o Porto Alegre, pero los orígenes gallegos en Brasil siempre estarán vinculados a San Salvador. Además, en la Universidad Federal de Bahía tenemos el Centro de Estudios de Lengua y Cultura Gallega (CELGA). Y si necesitas un ejemplo, investiga sobre el Galicia Esporte Clube”.
Actualmente, las instituciones españolas en Brasil son más de 50. Y entre las gallegas, la más importante es la Asociación de Empresarios Gallegos que se encuentra en Río de Janeiro. Pero la más simbólica la conocimos gracias a la recomendación de Luiz Cardozo: en San Salvador de Bahía, el 1 de enero de 1933 fue fundado por inmigrantes de Ordes, Villalba y Ribadabia el Galicia Esporte Clube, para representar a toda la comunidad gallega en el fútbol brasilero. Es uno de los históricos y más tradicionales clubes del Campeonato Bahiano, organizado por la Federación Bahiana de Fútbol.
El club estuvo en la cima del fútbol del estado bahiano durante su primera década de vida: campeón en 1937, primer tricampeón bahiano en 1941, 1942 y 1943, además de conquistar los subcampeonatos en 1935, 1936, 1938, 1939. y 1940. Volvió a ser campeón bahiano en 1968, obteniendo cuatro subcampeonatos más en 1967, 1980, 1982 y 1995. Obtuvo el vicecampeonato de la Zona Nordeste del Torneo Norte-Noreste de 1969, además de competir en la Tercera División Nacional entre 1995 y 1997. Y lo más sorprendente y prácticamente desconocido es que el humilde club gallego llegó a participar en dos oportunidades del Campeonato Brasilero de Primera División, en 1981 y 1983, compitiendo contra equipos de la talla del Flamengo, Santos, Fluminense, San Pablo, Palmeiras, Vasco da Gama, Cruzeiro y Gremio.
Actualmente juega en la Segunda División, pero más allá de los méritos deportivos lo realmente conmovedor es descubrir la relación con Galicia en los símbolos del club. El escudo es una bandera gallega, blanco con una banda diagonal azul y sobre ella la Cruz de Santiago en rojo, con las iniciales del club. A lo largo de su historia, el uniforme del equipo ha sufrido diversas modificaciones y ha tenido multitud de versiones, pero hay algo que nunca se ha modificado: desde hace casi 100 años se mantiene con los colores azul y blanco. Sus fanáticos se identifican como granaderos para homenajear a Galicia y también representar la fuerza de los jugadores, mientras su himno reza “Galicia, Galicia, Galicia, destructor de campeones. Granadero de la Cruz de Santiago, amado club con muchas tradiciones. Galicia tiene un nombre en la historia y en el fútbol tiene títulos de gloria. Salve, salve, bandera gallega… alegría del fútbol bahiano”
Y como si todo esto fuera poco, su estadio se llama Arena Parque Santiago y está ubicado sobre la avenida Santiago de Compostela. Por eso, aunque la emigración hacia tierras brasileras es un tema poco difundido, después de conocer la historia del Galicia Esporte Clube puedo asegurar que las huellas gallegas siguen muy presentes y confirmar las palabras del profesor Cardozo: los orígenes gallegos en Brasil siempre estarán vinculados a San Salvador de Bahía.