16 agosto, 2024
El festival Groba cumple este verano 20 años y se mantiene fiel a su objetivo primordial: poner en el valor la obra del compositor Rogelio Groba y acercar la música clásica a cada rincón de Galicia a través de conciertos gratuitos en los que «la divulgación» y «la mediación» son clave para «seducir» al público.
Así lo explica en una entrevista con EFE el director de la Orquesta de Cámara Galega, Rogelio Groba Otero, hijo del compositor gulanés Rogelio Groba, fallecido en 2022 y promotor de la Fundación Groba, que desde años apuesta por facilitar el acceso a «la alta cultura» a las personas que viven en el rural gallego.
«En Galicia tenemos la especificidad, como decía Castelao, de vivir en una enorme ciudad jardín. Toda la población está diseminada por un montón de pueblos y villas y lo que queremos es llevar grandes conciertos de grandes compositores de música clásica a todos los rincones para acercar la cultura a una población que puede, posiblemente, vivir en una exclusión cultural», explica Rogelio Groba Otero.
Para él es fundamental en esta misión que los conciertos sean «gratuitos» y establecer «pedagogía» en torno a la música clásica, un género que «puede llegar a todo el mundo» y que no tiene por qué estar reñido con la música «más comercial».
El compositor reconoce que la gratuidad únicamente no es suficiente para democratizar la cultura y apuesta por la explicación didáctica y la mediación en los conciertos.
«Es necesario que la gente aprenda a escuchar, que se divierta y entienda ciertos conceptos antes de asistir a una determinada pieza. Nosotros interactuamos bastante con el público, explicamos las obras, lo que vamos a tocar, quién es el compositor y lo que pudo significar entonces, cuando la música es disruptiva», sostiene.
Precisa que «se trata de divulgar de manera pedagógica qué es lo que sentía el compositor, cuáles eran sus ideas estéticas; porque así también se puede comprender mejor un discurso abstracto como es el de la música».
Según afirma, muchas veces existe el «tópico» de que la música clásica es un género «elitista» y «solo para eruditos», cuando en realidad «todo el mundo puede conectar con ella».
«Se trata de un género que debido a su complejidad ayuda a desarrollar una sensibilidad muy interesante y muy especial, que va a acompañar al oyente toda su vida», asegura.
También considera importante extender el conocimiento sobre la «magnífica obra» del que define como «el más grande compositor de Galicia», Rogelio Groba, con más de 700 obras catalogadas.
Este año, durante el festival, que se celebrará en Ponteareas del 18 al 24 de agosto, se estrenará de forma absoluta una de las obras del prolijo compositor, «Danzas Gulanesas», perteneciente al ciclo étnico Galicia Anterga e interpretada por la Orquesta de Cámara Gallega.
En un total de nueve conciertos, en los que participan importantes músicos como el violinista israelí Guy Braunstein, la violinista canadiense Sarah McElravy, el chelista colombiano Santiago Cañón o el chelista francés Bruno Philippe, además de la Orquesta Sinfónica de Galicia, el festival Groba busca «generar públicos y establecer una programación regular y continuada en centros y núcleos rurales que no tienen el acceso a la cultura que hay en las grandes ciudades».
Para ello también es importante, apunta Groba, la implicación de la instituciones públicas, de los medios de comunicación y de los centros educativos.
«La música clásica tiene que seducir. A veces estamos en una burbuja pseudointelectual extraña que nos hace estar muy fuera de la sociedad. Nuestro gran hándicap es poder llegar a la ciudadanía. Hay que romper esas barreras», afirma.
Para Groba, la música «culta o elevada», que es la clásica, no tiene por qué estar enfrentada a la comercial, aunque reconoce que vivimos en una sociedad orientada al consumo de esta última.
«No se trata de quitarle valor a la música comercial o a la música que no sea clásica; sino todo lo contrario. Es simplemente reconocer otro tipo de dificultad que es muy gratificante para el oyente si va descubriendo determinados códigos de elaboración», señala.
Para Groba, la música «culta o elevada» supone hablar de un material sonoro «muy trabajado no solo desde el punto de vista de la orquestación, sino desde el desarrollo melódico».
«Son piezas más largas, con una elaboración más horizontal», explica.
Como ocurre con el jazz, el rock, el indie o géneros más urbanos como el rap y el reggaeton, la clásica también puede convivir en festivales y ciclos musicales y, según Groba, debe salir de los teatros y auditorios e interpretarse en las calles y en espacios al aire libre, en entornos «distendidos».
«La música clásica puede funcionar también en la terraza de un bar, con una cerveza. Yo creo que el público entiende también que además de haber una noche de jazz o de indie, puede disfrutar en un pub de la clásica, en un ambiente relajado y lejos de la endogamia que muchas veces se produce entre las personas que se dedican a cultivar el género», concluye.