10 agosto, 2024
Sumergirse en la historia de la República del Perú es descubrir uno de los países más diversos del mundo. Ubicado en el oeste de América del Sur, su cultura es una suma de costumbres, prácticas, formas de vida y tradiciones profundamente arraigadas desde su milenaria población nativa y luego influenciada por el asentamiento de grandes comunidades españolas en el mismo territorio. Su cultura mestiza, resultado de las grandes etnias que habitaron dicho espacio (incluidos bloques africanos y asiáticos), es reconocida internacionalmente. Con arquitectura, música, danzas, pintura y artesanías eclécticas, el arte primitivo se fusionó con el modernismo en un proceso tan prolongado como fascinante que actualmente atrae a turistas de todo el planeta.
Además, su ubicación geográfica posibilita una amplia variedad de regiones naturales, entre las que destacan las sierras o montañas de la cordillera de los Andes, la zona selvática lindera al Amazonas brasileño y la costa marítima sobre el océano Pacífico. Esta última, con su excelencia a nivel pesquero, hace de su gastronomía basada en frutos de mar una de las más aplaudidas y destacadas en todos los listados globales. Por todas estas características, no debe sorprender que desde los tiempos coloniales, Perú haya sido el centro de operaciones español para el resto de América del Sur.
El Virreinato del Perú, creado en 1542, es el segundo más antiguo de aquellos fundados de este lado del Atlántico. En Lima, la capital virreinal y del actual país andino, se centralizaba el manejo de los poderes españoles para toda Sudamérica. Sin embargo, debido a la gran extensión territorial, en el siglo 1717 se creó el Virreinato de Nueva Granada, formado por los actuales Panamá, Colombia, Ecuador y Venezuela, con capital en Santa Fe de Bogotá, como medida para fortalecer la defensa del Caribe. En 1776 se creó el Virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires, que reunía los actuales Argentina, Bolivia, sur de Brasil, parte de Chile, Paraguay, parte de Perú y Uruguay.
Con el paso de los años y luego de la victoria del Ejército de los Andes sobre los realistas, Chile y las Provincias Unidas del Río de la Plata (hoy Argentina) declararon su independencia y juntas organizaron una expedición militar al mando del Libertador General José de San Martín. Esta expedición desembarcó en el puerto de Pisco en Perú el 8 de septiembre de 1820. A partir de ese momento, diversas provincias y pueblos comenzaron a declarar su independencia de España, como Huamanga, Tarma, Lambayeque, Ferreñafe, Trujillo y Cajamarca. Finalmente, en 1821 San Martín ocupó la capital virreinal, Lima, y proclamó la Independencia del Perú el 28 de julio de ese mismo año.
Con tanta importancia estratégica, la inmigración española en el Perú ha sido la corriente migratoria más importante y constante del país desde su colonización. Sin embargo, los primeros pobladores llegaron principalmente desde Castilla, Andalucía, Extremadura, Aragón, Valencia y Murcia. Para encontrar las primeras huellas gallegas con injerencia porcentual en tierras andinas habría que esperar hasta fines del siglo XIX, cuando la diáspora hacia América incluyó a Perú entre sus opciones por las oportunidades laborales relacionadas con la pesca. No obstante, el arribo a este país era complicado debido a su localización sobre el océano Pacífico; la llegada incluía un viaje en barco cruzando por el sur de Argentina y retomando nuevamente hacia el extremo norte del continente.
Otra opción era desembarcar en Salvador de Bahía o Belén y atravesar Brasil, lo cual no resultaba productivo por la distancia. Aunque en 1914 se inauguró el Canal de Panamá, que acortaba el recorrido, los altos impuestos y la prioridad para buques de transporte de mercancías tampoco favorecían el ingreso desde el Mar Caribe. Así, la presencia gallega en tierras peruanas quedó reducida a los valientes emigrantes que se animaron a instalarse después de la larga travesía cruzando varios países sudamericanos, a aquellos que fueron reclamados puntualmente por familiares en Perú o por propuestas laborales directas, de buen nivel económico y a través de contactos entre ambos países.
Entre estos casos, el más emblemático sucedió en la segunda mitad del siglo pasado cuando Benigno Lago, un empresario nacido en Corcubión, después de emigrar a Argentina y prosperar en la Patagonia, se instaló en Chimbote (norte de Perú) para trabajar en la industria pesquera. Desde allí, recordó a sus antiguos paisanos que expertos en esa actividad podrían serle de utilidad. Ofreciendo buenos salarios, muchos pobladores del concello de Malpica de Bergantiños aceptaron la oferta, asentándose en Chimbote y otros puertos peruanos, como Callao, Ilo, Chancay o Samanco, para pescar anchovetas que después serían utilizadas en la producción de harina o aceite. El mar, que tantas veces los había separado, esta vez los uniría para siempre.
Como consecuencia de la ya nombrada migración desde tiempos coloniales, actualmente en Perú se estima que hay cerca de cinco millones de descendientes de españoles. Sin embargo, la comunidad gallega se encuentra representada, de manera oficial, solo por el Centro Gallego del Perú, instalado en la capital andina. Haciendo el camino inverso, desde Lima, el escritor y productor James Sosa, después de vivir en varios países del mundo, llegó a Galicia en 2003 y eligió quedarse allí para siempre. Al ponernos en contacto, nos dice: “Galicia me recibió con los brazos abiertos, por esa razón sigo viviendo aquí. He vivido más tiempo en Galicia que en otros lugares, incluido mi país de origen.”
James Sosa Ruiz de Castilla nació en Perú en 1978, hijo de una española y un brasileño. Multifacético, es escritor, piloto profesional de drones, productor, coach y experto en marketing. Ha publicado más de 15 libros, que gracias a la gran acogida que han tenido, ha sido elegido varias veces para representar a Galicia en las fiestas de Sant Jordi de Barcelona, compartiendo mesa con Walter Riso, Rafael Santandreu y Miguel Ángel Revilla, entre otros. Además de crear campañas de marketing, ha desarrollado reconocidos proyectos audiovisuales y se destaca como piloto profesional de drones, lo que le ha permitido capturar impresionantes imágenes aéreas de los paisajes gallegos, posicionándose como consultor de cartografía, precisión y cinematografía en la Televisión Española.
Desde su llegada en 2003, ha adoptado con entusiasmo la cultura y las tradiciones locales, integrándose en la comunidad y participando activamente en eventos culturales y sociales que enriquecen la vida gallega. James nos cuenta: “Antes de asentarme en Galicia, viví tres años en Nueva York, donde realicé mis MBA de coaching y empresariales. Luego en Gotemburgo (Suecia), Barcelona y Berlín, hasta instalarme en Lalín. Y aquí es donde decidí quedarme para siempre, porque Galicia me adoptó. Actualmente vivo en A Carballeira, Ourense, donde soy el responsable de negocios y marketing de una importante empresa que se especializa en el diagnóstico y tratamiento de humedades.”
En Lalín llegó a ser elegido presidente del Club Hípico Juan Oliveira, pero según sus palabras: “Por cuestiones laborales tuve que dejar el cargo a mediados de octubre del año pasado y, desgraciadamente, las personas que continuaron al mando destruyeron mi trabajo y el de mis antecesores, y por eso el club tuvo que cerrar a principios de este año. Pero el resto de mi experiencia viviendo en Galicia ha sido maravillosa: me encantan las costumbres gallegas, por eso me apunto a todas las fiestas y festejos que puedo, ya que me apasiona conocer y disfrutar de toda esta cultura. En estas tierras encontré el escenario perfecto para desarrollarme desde mi llegada.”
Concluye confesando: “En mi caso, fue muy fácil adaptarme. Y eso también sucedió porque yo me esforcé en hacerlo, cosa que por desgracia veo que otras personas no hacen y pese a eso, después se quejan de no estar integradas a la sociedad. Particularmente siempre respeté las normas y costumbres y por eso ya me siento adaptado como un gallego más. Me considero muy amigo de mis amigos y de Galicia me gusta su gastronomía, su gente, su clima, sus paisajes, vamos, todo. Mi única hija, Julieta, de 17 años y nacida en Santiago de Compostela, es gaiteira y actualmente forma parte de una de las bandas de música más importantes, en la que toca la flauta travesera desde los 5 años: la banda de música de Vilatuxe. Por todo esto, Galicia es mi tierra adoptiva y por eso mientras esté vivo y tenga salud para hacerlo la mostraré al mundo.”