9 agosto, 2024
997.- Protegido, al parecer, por algunos nobles gallegos, Moammed-Abi-Amir (Almanzor) llega con su numeroso ejército a Compostela, que, dicen las crónicas de la época, encontró desierta y cuyas murallas y edificios fueron arruinados; el soberbio santuario derruido, saqueadas las riquezas de la suntuosa basílica; solo se detuvo el guerrero musulmán ante el sepulcro del Apóstol, al hallar sentado sobre él un monje que lo custodiaba y que permaneció inalterable. Almanzor respetó el depósito sagrado, pero mandó descolgar las campanas del santuario, que fueron llevadas a hombros de cautivos cristianos, como trofeo de victoria, y que fueron colgadas para que sirvieran de lámparas en la grande Aljama o mezquita de Córdoba, en cuyos techos se clavaron también las destrozadas puertas de la basílica. Añaden las crónicas que la ciudad de las peregrinaciones casi fue borrada de la superficie de la tierra.
Mientras Almanzor hacía frente a una insumisión en África, el rey Bermudo II de León decidió suspender el pago del tributo acordado el año anterior. La contestación de caudillo andalusí, que entonces contaba con 57 años, fue rápida e inesperada, convertir la deslealtad de Bermudo en la justificación de golpe rotundo a Santiago de Compostela como modo de afligir a todos los fieles del credo contrario e incrementar su largo prestigio de defensor del islam.
La expedición estival salió de Córdoba el sábado 3 de julio del año 997, en la que se contaba como su cuadragésimo octava campaña.
Llegaron a Padrón, donde se alzaba uno de los templos consagrados a Santiago. Tras arrasarlo fueron a acampar ante la orgullosa ciudad de Santiago el 10 agosto. Sus habitantes la habían abandonado y los musulmanes se apoderaron sin resistencia alguna de todas las riquezas que en ella hallaron. La ciudad fue sometida a un riguroso saqueo durante una semana y, posteriormente se incendiaron y derribaron sus murallas, sus edificios, sus palacios y todas sus edificaciones, de modo que no quedaron huellas de las mismas, relata el blog Tradición Jacobea, de donde se entresacan estas notas.
Entre otros bienes conseguidos en el saqueo figuran seda brocada en oro, paños finos, pieles preciosas, además de las campanas del santuario y las puertas de la ciudad. El Códice Calixtino, que calificó la acción de Almanzor como instigación del demonio en contra de la herencia de Carlomagno, incluye en el expolio los códices, las mesas de plata, las campanas y los demás ornamentos. Esta inclusión en el Calixtino da plena credibilidad al robo de las campanas como parte del botín. Campanas y Puertas de la ciudad constituyen, más que el hurto de elementos valioso, todo un mensaje simbólico.
Las tropas conquistaron después las comarcas vecinas y llegaron hasta el lugar de Maianca, punto extremo al que ningún musulmán nunca había llegado, y en la que se detuvo el avance.
La devolución de estas campanas era una cuestión de honor, un hecho simbólico con gran carga emotiva para aquellas gentes y fue lograda por la acción de Fernando II, que las retornó al templo compostelano.
1844.- Don José Verea y Aguiar y D. Antonio Casares, de la Sociedad Económica de Santiago, emiten un informe sobre el establecimiento de una fábrica de tejidos de lana, seda y algodón, plantación de dos mil moreras y cría de gusanos de seda en el ex convento y bosques de Conxo, como intentaba una compañía francesa.