Foto de archivo de Lilith Verstrynge. EFE/ Sergio Pérez
30 octubre, 2025
La exdiputada y exsecretaria de Organización de Podemos Lilith Verstrynge ha explicado este miércoles por primera vez su marcha del partido, relatando que en la formación morada crecía la «paranoia interna» mientras el debate político era «cada vez más escaso» y se había dejado de hablar con la gente para empezar a hablar «con fantasmas».
En un artículo publicado en la revista Equator, recogida en su web, Verstrynge (Madrid, 1992), que dejó sus responsabilidades políticas y también su escaño en enero de 2024, cuando era considerada la número tres de Podemos, repasa su militancia en el partido y los distintas etapas por las que pasó desde entonces.
«Dejamos de hablar con la gente. En lugar de demostrar a los votantes que Podemos aún podía hacer política —luchando por los intereses de nuestros electores— decidimos votar en contra, o amenazar con votar en contra, de todo lo que propusiera el gobierno de Sánchez. Esto incluía cuestiones aparentemente fundamentales del partido, como los derechos de los desempleados», ha relatado.
Verstrynge ha abundado que el partido había «empezado a hablar con fantasmas» y que «la constante y amenazante presencia del fascismo y la búsqueda de enemigos internos convirtieron la política en un ejercicio de lealtad ciega».
«La teoría de la conspiración estaba generalizada y culpábamos indiscriminadamente a periodistas y medios de comunicación, hasta el punto de afirmar abiertamente que era mejor tener votantes que no leyeran las noticias. Los medios ya no eran una herramienta, sino un enemigo», ha contado.
De esta forma, ha confesado, la principal experiencia de trabajar en Podemos fue «la de un debate político cada vez más escaso y una creciente paranoia interna».
La exdiputada ha manifestado que dejó de amar y que los últimos nueve años se le hicieron «eternos»: «Si bien había aprendido muchísimo en una organización que había contribuido a redefinir Europa tras la crisis financiera, también me había vuelto más insensible y cínica, y había llegado a sentir una especie de orfandad política anticipada».
Ha indicado que, en retrospectiva, «parece claro que Podemos nunca quiso ser un partido, y mucho menos un partido mejor».
«Desde el principio, sus líderes creían que los partidos estaban obsoletos y que los movimientos sociales eran el verdadero motor de la transformación política. Partiendo de esa premisa, lo mejor que logramos crear fue un partido online: uno que sonaba novedoso, pero que heredó muchos vicios del pasado y no introdujo ninguna innovación organizativa significativa», ha explicado.
Ha afirmado que la política debería ser solo una etapa y no una vida entera, y ha anunciado que no tiene planes de volver.
«Para hacerlo, necesitaría estar segura de haber aprendido lo suficiente para hacer las cosas mejor, y de poder confiar de nuevo en un proyecto lo suficiente como para creer en él. Ninguna de esas condiciones se cumple hoy», ha expresado.
Militante de Podemos desde el principio, la hija del que fuera uno de los dirigentes de peso de Alianza Popular (antiguo PP), Jorge Verstrynge, se incorporó al partido morado en 2015, primero como asesora y asistente de la delegación en el Parlamento Europeo.
Después pasó al primer gobierno de coalición de Pedro Sánchez en el equipo de asesores de Pablo Iglesias, cuando ostentaba la Vicepresidencia segunda del Ejecutivo, para acabar finalmente ya en la última etapa del Ejecutivo como número dos del Ministerio de Derechos Sociales, que dirigía Belarra, y como secretaria de Estado de la Agenda 2030.
Muy cercana a Belarra, fue una de las principales artífices del proyecto político y organizativo de la ministra de Derechos Sociales, con el que resultó elegida secretaria general en 2021 tras la marcha de Iglesias.