26 octubre, 2024
Miles de mujeres han compartido sus experiencias de agresiones y maltratos a través de mensajes directos a la activista y escritora Cristina Fallarás, especialmente tras el escándalo del beso no consentido de Luis Rubiales a la futbolista Jenni Hermoso. Sin embargo, esta mañana, Instagram cerró la cuenta de Fallarás, dejando a la activista temerosa de haber perdido irremediablemente esas voces.
Fallarás había utilizado el hashtag #SeAcabó para invitar a las mujeres a relatar sus experiencias de violencia sexual. Su perfil se había convertido en una plataforma crucial para que las supervivientes pudieran narrar lo sucedido. Sin embargo, Instagram justificó el cierre de su cuenta alegando «publicación de contenidos indebidos». Aunque la escritora ha enfrentado suspensiones temporales en el pasado, esta vez parece ser una cancelación definitiva.
«Al cerrar mi cuenta, no solo cierran un perfil, sino un canal de voz para las mujeres», comentó Fallarás en declaraciones a Público. «Si yo publicara fotos de mis vacaciones, no les molestaría. Lo que realmente incomoda es la narración de las violencias machistas que sufrimos». La activista, que ha estado recopilando los mensajes recibidos, había logrado guardar algunos, pero muchos otros se han perdido irremediablemente. «Es imperdonable», añadió.
Fallarás había establecido un sistema para compartir estos relatos de agresiones, eliminando los nombres de las remitentes antes de publicarlos nuevamente. Esta labor no solo era un reflejo de las experiencias individuales, sino que también buscaba crear una memoria colectiva sobre la violencia de género. «Este cierre representa un ataque contra la narración de las mujeres», enfatizó la escritora, quien advirtió sobre la creciente dificultad de encontrar espacios seguros para compartir sus historias.
El proyecto #Cuéntalo, que Fallarás inició en Twitter, había logrado 2,75 millones de interacciones de mujeres de unos 60 países. Sin embargo, tuvo que abandonar esta plataforma debido a las constantes amenazas y agresiones que recibía. Ahora, con el cierre de su cuenta de Instagram, la activista se pregunta si es un canal adecuado para continuar su labor. «Si recupero mi cuenta, descargaré todos los mensajes, pero no sé si volvería a usarla», afirmó.
Fallarás advirtió sobre la necesidad de desconfiar de las redes sociales, que a menudo son gestionadas por empresas que no apoyan a las mujeres. «Les damos nuestras vidas y datos, pero son manejadas por el patriarcado», subrayó.
Con el cierre de su cuenta, Fallarás ha perdido horas de trabajo diario recopilando testimonios, un proceso que le causa «mucho dolor», no por ella misma, sino por las mujeres que buscan ser escuchadas. Con las historias recopiladas, espera poder escribir un libro que documente la grave realidad de las víctimas de violencia machista y la lucha por visibilizar sus experiencias.