2 junio, 2024
Tierra adentro, asoma el curro que este domingo alberga la jornada central de la Rapa das Bestas de A Capelada, una tradición de medio siglo en 2024, pero que hunde sus raíces en la historia de una zona eminentemente agraria y pesquera, pero que también se subió hace décadas al tren del turismo.
La sierra de A Capelada se desviste con la majestuosidad de sus altos acantilados de la Europa continental, más de 615 metros en Vixía Herbeira, y el espíritu indómito en los montes que trazan el límite difuso entre los municipios de Cedeira y Cariño, entre las comarcas de Ferrol y Ortegal.
Destacada por su propia espectacularidad, no podía tener otra denominación, de la serie televisiva «Rapa», sopla 50 velas en plenitud y ganando el pulso al temor a la falta de relevo generacional.
La fiesta se celebra muy cerca del popular santuario de San Andrés de Teixido, que da nombre a la asociación que mantiene viva la Rapa das Bestas, presidida por Jorge Bellón, que repasa para EFE el trabajo desarrollado ya desde hace una temporada, a falta de que los días anteriores sirvan para los «últimos remates».
Sus integrantes dan el do de pecho para que el curro tenga un adecuado mantenimiento, pero por aquí «zurra el temporal que no está escrito», así que el hermoso enclave tiene también su cara negativa.
Todo es posible gracias a «menos personas de las que deberíamos» porque es preciso dedicar «mucho tiempo a una cosa a fondo perdido», pese a lo cual el retén permanente de una veintena de efectivos tiene «bastantes más» apoyos cuando la fecha marcada en rojo se aproxima en el calendario.
Bellón recuerda que se «perdió hace tiempo» la costumbre de acampar o merendar en las inmediaciones del curro, pero subraya que el «propio día de la rapa se sigue sumando gente», que llega incluso desde fuera de Galicia.
Reseña que es «una de las pocas» citas de este tipo que resiste en la comunidad autónoma y asevera que está «cogiendo auge» por más que las inclemencias meteorológicas parezcan una anécdota si se comparan con «el lobo que come las reses o que los desbroces se van abandonando».
Con una media de edad ligeramente por encima de los 40 años, «hay chavales de 20» que también echan una mano y continúan «los veteranos, que no nos falten», un amplio grupo en el que un porcentaje destacado se subió al carro «por tradición familiar; tienen caballos propios para montar, es una manera de disfrutar ese día».
La Rapa das Bestas es como una gran película de cine al aire libre y sin guion, pero con un relato invariable: recoger, una vez al año, a los caballos que viven en libertad en los montes de A Capelada, unos doscientos, para «desparasitar y rapar uno a uno» a los ejemplares.
Bellón enfatiza que en otros festejos está «más delimitado el sitio, aquí es mucha extensión» y localizar a los équidos se hace más difícil por el abandono del rural, que deja como secuelas, por ejemplo, «40 centímetros de zarzas y maleza».
«Más natural, imposible; a pie, a brincos, por las pistas», cuenta sobre su faena, de la que confiesa que, por sus «salvajes» protagonistas, forma parte de un menú «atractivo visualmente, hay gente que nunca vio una gallina».
Aunque la segunda esté considerada como la jornada grande, en la del sábado ya hubo «trabajo de fondo» porque son «tantas las bestias que se juntan que dejar todo para el domingo no es viable».
En los días previos, apostilla Jorge Bellón, se indaga «dónde están las manadas grandes, el domingo quedan algunas para que sea más visual y la gente participe del espectáculo», el de unas «bestias que viven en libertad todo el año, a excepción de esta semana».
Justifica este examen anual «por su bien, para que pueda estar libre de parásitos» el mayor número posible, ya que hay «muchos animales que ves diariamente, pero otros tardas semanas al estar en libertad».
Reses, reivindica, que son en 2024 «las segadoras de nuestros montes, impiden que sean un foco de incendio», tras pasar por el control de los herederos de esta rutina ancestral, a los que «Rapa» bautizó definitivamente como «besteiros».
La serie, rodada en la comarca ferrolana, tuvo en el curro de A Capelada una de sus primeras grandes escenas y esa promoción, abrocha Bellón, «quedó ahí para siempre».