14 abril, 2024
En este mes de abril se cumplen 887 años de la muerte, que la tradición sitúa ante el altar mayor de la catedral de Santiago, del peregrino Duque Guillermo X de Aquitania y conde de Poitiers, luego de haber recibido la comunión y mientras el obispo procedía a la lectura de la Pasión, según el oficio religioso del Viernes Santo. Era el 9 de abril de 1137, aunque algunos autores sitúan la fecha en el 17, y esa misma tradición, que quiere ver en el personaje histórico a Don Gaiferos de Mormaltán, señala que el ilustre peregrino fue enterrado, por decisión del prelado compostelano, en el seno de la propia basílica. La musicalización del poema que recuerda el acontecimiento, `rescatado´ por Murguía, la hizo en los años veinte del pasado siglo el gaitero y musicólogo ourensano Faustino Santalices, que interpretaba acompañado de la zanfona, un instrumento que a partir de entonces vivió un extraordinario resurgimiento que continúa a día de hoy entre cantautores y grupos de folclore gallego.
Entre el mito y la historia, con buenas dosis de aportación de tradición popular a un relato convertido en leyenda, la personalidad que se escondía detrás de Don Gaiferos de Mormaltán, el peregrino a Compostela que aparece en el romance que Manuel Murguía aseguraba haber rescatado de la Edad Media –sin que constasen explicaciones del hallazgo que ayudasen a constatar su veracidad- era, según acertó a identificar el propio Murguía, Guillemo X de Aquitania, señor de media Francia en la región de Las Landas próxima al territorio vasco-navarro. Una personalización que se erigió a lo largo del tiempo como un reclamo más, y no el menor, de la importancia de lo Jacobeo, alimentando las peregrinaciones desde el territorio francés. Una vigencia en el peregrinar a Santiago que el romance ayudó a afianzar pero que gozaba ya del favor popular como demuestra que uno de los antepasados del Duque de Aquitania era asiduo peregrino de la ruta, que había recorrido hasta en ocho ocasiones.
Aún en medio de ese mar de dudas sobre la propia autenticidad del romance, que algunos historiadores califican de producto no genuino, fruto acaso de una actuación facticia, de reconstrucción libre, antes que de una burda creación del esposo de Rosalía, lo cierto es que se erigió como la pieza más popular del repertorio romancístico gallego. Del mismo modo y tras Murguía, fue Isidoro Millán Pardo, Conde de Quirós (1922-2002) en su obra Don Gaiferos de Mormaltán. X Duque de Aquitania”, quien profundizara, con más voluntarismo que rigor crítico a esa identificación de Gaiferos y el Duque y que documenta, con buen tino, buceando en documentos inmediatos a la muerte o inmediatamente posteriores. No se puede decir lo mismo acerca de sus afirmaciones sobre la veracidad histórica del romance, al haber olvidado el análisis filológico del poema y que pone en evidencia sus rasgos no tradicionales. Las aportaciones del Conde de Quirós fueron rescatadas para conocimiento general por Luis Cochón y su hija Eris, que realizaron también la introducción del trabajo y los correspondientes apéndices para la colección Camiño de Santiago de la editorial compostelana Follas Novas.
El Conde de Quirós aportó en su investigación testimonios del mismo S. XII que sitúan la defunción del duque en los últimos años del pontificado de Diego Gelmirez, personajes que según otros historiadores gozaban de una estrecha amistad.
Fruto de una sentimiento mitológico que aparece repetido en el tiempo, de una nada desdeñable sombra de dudas sobre la veracidad de cuanto conocemos hasta ahora –incluso si el propio Duque murió en la catedral o en un trayecto del camino y hasta de si en efecto tuvo lugar su fallecimiento-, cuanto se cierne en torno al conocido poema de don Gaiferos de Mormaltán ha sido también objeto de detenido análisis investigador por parte del profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, José María Anguita Jaén, quien desde su especialidad en Cultura Escrita en Laín en la Edad Media publicó en la revista Cuadernos de Estudios Gallegos LXVII, número 134 (enero-diciembre 2021), pags.91-123, el trabajo “Gaiferos de Mormaltán y el Duque Guillermo X de Aquitania: Entre Jofre de Monmouth y Manuel Murguía”.
No rehúye en su denso artículo el profesor Anguita ninguna de las vertientes de dudosa historicidad que confluyen en el romance e identificación del personaje que se ocultaría detrás de Don Gaiferos, sobre las que aporta diáfana claridad de los hechos de mayor verisimilitud, del mismo modo que marca las contradicciones que obligan a dejar buena parte de las afirmaciones en ese nimbo de la desconfianza a expensas de que nuevas investigaciones aporten luz definitiva.
En todo caso y más allá de las verdades históricas, lo cierto es que el romance de Don Gaiferos y su vinculación con el Duque de Aquitania se erigieron en símbolos del sentido penitenciario de las peregrinaciones, tan vigente a lo largo de toda la Edad Media, lo que no deja de ser una potenciación del propio Camino y de la catedral que fija la meta.
Capítulo aparte lo merece la musicalización del poema y la zanfona que acompañó el canto del gaitero Santalices cuando en 1949 editó, a los 73 años, y de forma ininterrumpida, sin posibilidad de corrección de errores o retoques, Gravaciones históricas de la zanfona, que incluía el famoso romance de don Gaiferos.