21 junio, 2024
Uno de los vicios asentados en toda Administración pública es el de dar por sentadas, como verdades bíblicas, sin posibilidad de réplica ni contra-argumentación, ideas de las que a partir de su enunciado es incapaz de apearse por más que los hechos, las estadísticas se le vuelven una y otra vez en contra. Pasa con la violencia de género y ese afán inamovible de creer que cuatro campañas publicitarias adecuadas más el crecimiento constante de asociaciones con la pretendida intención de concienciar a la mujer acabarán dando sus frutos. Que ya la histórica –en todos los sentidos- María Teresa Fernández de la Vega defendió la primera ley del Gobierno Zapatero, en defensa de la mujer, asegurando que a partir de entonces se iba dar fin a la violencia de género. Y así vamos, corriendo y cuesta abajo.
Otro tanto puede decirse de la Dirección General de Tráfico y su persistencia en la idea de que unas cuantas campañas alarmistas, cuando no sangrientas, en televisión y el endurecimiento de multas y requisitos en la conducción va a poner fin a los accidentes y muertes en carretera. Y tanto más persisten en la idea, otro tanto se mantienen, cuando no crecen, los índices de mortandad y accidentes.
De poco vale que las asociaciones de automovilistas y demás del ramo se desgañiten en apuntar las soluciones que todo conductor ve y que dicta el sentido común y que en Galicia tienen mucho que ver con el estado de mantenimiento de los viales –dada su especialísima configuración en necesidad de adecuarse a una cambiante orografía-, la adversa y repetida climatología autóctona y, por encima y como consecuencia de todo ello, la adecuada señalización horizontal a esas peculiarísimas condiciones de la vía, especialmente durante la conducción nocturna.
Y, como siempre, a donde no llega la Administración lo hace la iniciativa privada. Tal que la firma alemana Volkswagen, que pone el foco en los cursos de conducción nocturna, justamente por la alta mortalidad.
Porque, en efecto, es durante la noche cuando, con un 60 % menos de tráfico, se concentran casi la mitad de los fallecidos. Y, lo dicen un estudio realizado por la firma, “mejorar el estado de las carreteras secundarias salvaría 300 vidas al año”. ¿Suficiente cifra como para no echar en saco roto la propuesta de la firma alemana? Lo resume también la iniciativa de la firma, un conductor recibe a través de la vista el 90 % de la información del tráfico. SI tenemos en cuenta que la capacidad visual durante la noche se reduce de 1/20 y la situación se agrava con condiciones climatológicas adversas, ¿no es de imprescindible ayuda una señalización horizontal de tipo reflectante que señale con mayor claridad la línea de rodadura? ¿Se imaginan la foto que ilustra esta información en una de las noches torrenciales de Galicia, sin nada que fije el límite derecho de la calzada? ¿Importa más el precio de una reflectante línea continua que los accidentes que puede evitar?