15 octubre, 2024
Si la memoria no nos falla, fue a inicios del presente siglo cuando una demanda que ya venía de viejo, la necesidad de dotar a la comarca compostelana de un adecuado plan de servicios contra incendios, comenzó a cobrar visos de preocupante interés entre los munícipes de los concellos de dicha área, decididos, según propia confesión, a arbitrar los medios necesarios para dotarse de tan imprescindible prestación.
Acentuaba esa necesidad la negativa del servicio de Bomberos municipal de Santiago de acudir fuera de su término municipal, decisión amparada –sino por el buen juicio- sí por la ley como se constataría en una sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, de 2005, refrendada posteriormente por el Supremo, que ratificaba que la conversión de un cuerpo municipal en comarcal no se ajustaba a derecho. Ello dio al traste con el primer intento serio de comarcalización decidido por la Corporación municipal y que, tras la sentencia, obligó al pleno municipal a reducir de nuevo el servicio al ámbito municipal.
En paralelo, se sucedían situaciones de absoluta falta de previsión y ajenas a todo sentido común, como que a un incendio de Teo tuvieran que acudir servicios de Ordes, que a Arzúa acudieran desde Santa Comba o que, ahora mismo, Ames solo esté cubierto desde Ordes. Ello, por no recordar la lamentable polémica surgida en 2021 con ocasión de un incendio en Oroso y la conveniencia o no de activar el Plan Territorial de Emerxencias de Galicia, única excepción para que los bomberos de Santiago puedan abandonar su ámbito local. En suma, la burocracia legalista como limitadora de lo que dicta el sentido común en temas de emergencias y la peregrina excusa de no dejar desamparado el propio servicio “por si ocurriera algo”.
Un galimatías más enrevesado aún con las disposiciones autonómicas a la hora de cargarse los los tan efectivos Grumir (Grupos Municipales de Intervención Rápida) cuya actividad acabó derivando, por presiones políticas, en chicos para todo menos para las emergencias que rezaba en su denominación. Su reconversión y cambio de ubicación en muchos lugares, absolutamente ajenos a toda conveniencia geográfica –siempre los intereses políticos- y la creación de parque comarcales de incendios –los intereses económicos- dejó a la comarca compostelana ajena a toda racionalización.
Entretanto también, los alcaldes de los municipios del área referida seguían haciendo muestra del más vergonzoso quiero y no puedo, con sucesivas reuniones, promesas de entendimiento, acuerdos con Xunta y Diputación y hasta con tan insólitas decisiones políticas como las de consensuar en 2021 la sede del parque comarcal en el actual esqueleto del edificio de Salgueiriños, que iba para sede local de los Bomberos y ni siquiera llegó a terminarse. Pues bien, tres años después y en un nuevo alarde de diligente predistigitación, la regidora compostelana dice ahora que el lugar no reúne las condiciones (tardaron tres años en enterarse) disponiendo unos nuevos terrenos en Amio, que supone un nuevo kilómetro cero, un nuevo punto de partida en la larga y desilusionante aventura del nonato parque comarcal.
Ahora, el próximo día 25, la regidora compostelana se reunirá con los alcaldes de Ames, Teo, Brión, Vedra, Boqueixón, Trazo y Val do Dubra para avanzar en la creación de un servicio comarcal de bomberos. Señaló la alcaldesa que el proceso continúa «con normalidad» en el ámbito técnico e institucional, con el objetivo de que la comarcalización del servicio se materialice lo antes posible. Y nosotros la creemos, claro.
¿Se apuestan a que el titular de la reunión será algo parecido a “Santiago y siete municipios avanzan en la creación de un servicio comarcal de bomberos para mejorar la respuesta ante emergencias”?. Tal que lo publicado en 2000, E xa choveu.