20 octubre, 2024
“Fraga”, dice la Xunta por si no lo sabíamos, significa “bosque con árboles de diferentes especies”. Si le añadimos la concreción de Eume (Fragas do Eume), el Gobierno gallego recuerda que “Robles y castaños forman el manto caducifolio acompañados de abedules y alisos, fresnos y tejos, avellanos y árboles frutales silvestres; y de los perennes laureles, acebos y madroños. Todos forman una heterogénea selva en la que cada especie ocupa su lugar. Los alcornoques, por ejemplo, tienen en estas laderas orientadas al sur su límite septentrional en Galicia. En las riberas húmedas y sombrías se conserva una amplia colección de líquenes, musgo y helechos que son una de las joyas de los bosques climáticos como Eume, relictos de la Era Terciaria”.
Y, sin salirnos de las apreciaciones de la Xunta con ese idílico retrato, tendremos un “Bosque mixto de frondosas considerado uno de los más extensos de la Galicia litoral y relevante a nivel europeo como bosque climático. Los robles cubren las faldas del cañón fluvial acompañados de un amplio repertorio vegetal y bosques de ribera. La humedad propicia variedades de helechos de gran interés”. Por fin, mencionemos “las 103 especies de aves, 41 de mamíferos y 8 de peces. Especies endémicas de invertebrados y reptiles como la rana ibérica”.
¿Ha visto el lector alguna alusión al eucalipto?. Pues vamos con ello. Porque lo que no dice la Xunta lo recuerda un estudio realizado por los investigadores Paula Díaz-García y Adrián Regos, de la Misión Biológica de Galicia (MBG-CSIC) que recogía días atrás ese extraordinario periódico digital gCiencia.com que desde hace 10 años nos tiene al tanto de cuanto sucede en esta Comunidad relacionado con la Ciencia.
Como se sabe, las Fragas do Eume fueron declaradas parque natural en 1997. Una distinción que, lo recuerda el ministerio correspondiente, aunque en este caso la gestión es de la Xunta, “el objetivo básico de todo Parque Nacional es asegurar la conservación de sus valores naturales. Se trata pues de una figura de protección que lleva aparejado un régimen jurídico especial al objeto de asegurar esa conservación.”
Por eso no casa el idílico relato del comienzo con la constatación del referido estudio que señala que la presencia del eucalipto se incrementó en ese espacio de las riberas del Eume en un 48%, después de haber sido declaradas parque natural. ¿Dónde, pues, la preocupación administrativa de conservar sus valores naturales?.
Pero es que del aludido estudio se infiere también que desde 1997 a 2022 disminuyó en un 17 % la extensión de ese pastoril bosque autóctono caducifolio. Un declive que, lo dicen los investigadores “débese principalmente a expansión das plantacións de eucalipto” y a la construcción de una presa de agua. Si esta última acaso esté aconsejada por el bien común, la primera de ellas es fácil de corregir brindando a los propietarios otras alternativas más rentables que el eucalipto. Pero eso requiere un compromiso político que no hay.
Lo verdaderamente preocupante de la situación no es tanto el mal ya evidenciado cuanto la posibilidad de que el declive continúe porque “non houbo acción políticas ou legais con respecto as plantacións de Eucalyptus Globulus entre 1997 e 2022”. ¿A quien hay que exigir responsabilidades, teniendo como tenemos dos consellerías implicadas en la pretendida conservación de ese medio ntural? ¿Habrá que recordar, ahora que en lontananza se dibuja la amenaza de Altri, que esta especie alóctona, importada, “prospera debido ao seu rápido crecemento, pero esgotan os nutrientes do solo e a diversidade bacteriana, o que dificulta a recuperaciçon e o cultivo futuro nas áreas afectadas”.
Concluye el estudio denunciando la falta de políticas de conservación efectivas por lo que piden una “resposta inmediata” para evitar la transformación irreversible “dunha icona e dun legado: As Fragas do Eume”.
Una desidia tanto más preocupante al carecer también de la debida planificación de visitas a un espacio natural en el que toda masificación turística, conocida como sobrefrecuentación, es uno de los principales causantes de presiones e impactos medioambientales negativos (Carballo, et al., 2019; Gómez-Limon y Garcia, 2016; Leung, et al., 2019). Pero de esto hablaremos otro día.
Lo que es realmente lamentable es que la búsqueda de Fragas do Eume en Google nos devuelva, como primera información, la irresponsable promoción turística de un espacio natural en tan serio riesgo de desaparición y carente de las adecuadas medidas de protección.