15 septiembre, 2024
Miles de personas han renovado este domingo su fe en la Virgen de la Barca y los poderes que atribuyen a las piedras del acantilado que rodean el templo que se levantó en su honor en Muxía (A Coruña), donde unos por creencia y otros por tradición comparten el deseo de mejorar su salud.
Cada domingo siguiente al 8 de septiembre, la Virgen de la Barca, en la Costa da Morte, espera a sus fieles en una romería que se remonta a finales del Medievo, rodeada de leyenda y misterio y declarada de Interés Turístico Nacional desde 1989. La romería, que combina religiosidad y ambiente festivo, es un imán que atrae devotos y turistas.
A los pies del Atlántico, Muxía recibe a gente de Galicia, España y del extranjero. Se encomiendan a la santa y las piedras para curar sus males en el lugar en el que, según la leyenda, la virgen se le apareció al apóstol Santiago en una barca de piedra para darle ánimo en su labor evangelizadora.
La mañana, veraniega -cerca de 25 grados, aunque con brisa-, congregó a los fieles desde las nueve, cuando se lanzaron las 21 bombas de palenque capaces de despertar incluso a aquellos que alargaron la noche del sábado.
Allí los esperaban los puntos de culto que se ubican alrededor del santuario: las piedras de Abalar -de menear-, de los Cadrís -riñones-, a la que atribuyen propiedades curativas, la del Timón, la de la Cabeza y la de los Enamorados, que muchos buscaron sin dar con ella porque está más alejada. Es el culto a las piedras, una práctica pagana que fue asimilada por la religión cristiana. Las tres primeras conformarían la embarcación de la virgen.
La de Abalar produce al moverse un sonido misterioso. Según la tradición, la gente que movía la piedra estaba libre de pecado, pero si lo hacía sola, sin nadie sobre ella, era presagio de alguna desgracia.
La de los Cadrís es de visita obligatoria para aquellos que padecen problemas reumáticos, dolores de huesos y de espalda. Se ha de pasar por debajo nueve veces, aunque algunos se conforman con muchas menos. Y la de la Cabeza espera visitantes que se apoyen sobre su hueco.
Es la primera vez que las visitan el costarricense Daniel y los canadienses Michael, Christian, Francine y Olivier, que han peregrinado desde Viana do Castelo (Portugal) siguiendo el Camino Portugués y continuando la ruta tras pasar por Santiago de Compostela y disfrutar de Galicia, «un museo a cielo abierto».
En una de las moles hacen un alto en el camino Víctor, Juan y Rasmus. Son de Valencia, Uruguay y Alemania, estudian en la capital gallega y en una excursión a Fisterra han hecho parada en Muxía. «Es interesante toda la historia sobre las piedras», dice el sudamericano del grupo mientras degustan empanadas y bocadillos.
Como ellos, también ha sido la primera vez para las hermanas Cris y Conchi. Han viajado desde Londres (Inglaterra), donde nacieron y residen, para acudir a la fiesta de Muxía. Su padre llevaba 49 años sin visitar a la Virgen de la Barca, desde que tenía 22. También está su mujer y las nietas: Amaia, Eliana y Yara.
«¿Carmen cuántas llevas?», pregunta una mujer a su amiga, que tiene 77 años y ha pasado ya seis veces por debajo de la piedra que cura los problemas de espalda. Es de la zona y había acudido a la romería en otras ocasiones, pero sin agacharse para sortear la piedra milagrosa. «Vino mi hija, la familia y me dije: voy a intentarlo. Y pude». Llegó a las nueve.
Ella lo hizo descalza porque con las sandalias no le resultaba. Fina, que era quien le preguntaba las vueltas que llevaba, solo pudo completar un recorrido. «Mira cómo vine», dice señalando un vestido largo. «No acudí preparada. Pensaba que el hueco -bajo la piedra de los Cadrís- era más grande», confiesa al lado de Rocío, de 21 años, que ha probado por vivir la experiencia y para ver si le ayuda.
«Hoy no, pero igual mañana te duelen los riñones», le dicen, entre risas, a otra persona que prueba fortuna. No es el caso de Manuel, de 87 años, un fijo en Muxía desde los 20. Aunque está «un poco averiado», sigue pasando por debajo de la piedra, esta vez con su hijo Javier como testigo. Él no ha dudado en hacerlo nueve veces.
Otros habituales son Joselino (71) y Susa (66), a los que acompañan su hija María y las peques Martina y Valeria, que disfrutan sorteando obstáculos. Aún no es muy consciente Inés, que tiene 9 meses y ya ha apoyado la cabeza en la piedra.
Hay algún tropezón entre roca y roca, camino de la misa principal, que empieza pasadas las 13 horas y se celebra en el exterior del templo, con los fieles apostados sobre el terreno.
Los oficios se repiten a lo largo del día -desde las 10- en el santuario recuperado tras las llamas que le ocasionó un rayo el 25 de diciembre de 2013.
Finalizada la misa solemne, los romeros parten en procesión desde el santuario hasta el puerto para presenciar la mayor traca de bombas de Galicia, tal y como dicen sus organizadores.
Diez minutos de estruendo antes de una macrosesión vermú y, ya por la noche, la verbena de una festividad que comenzó a celebrarse el jueves al mediodía y que concluirá este lunes con más bombas de palenque, otra procesión, esta vez desde la iglesia parroquial al santuario, y nuevas misas y conciertos.
Este año, la programación litúrgica ha tenido varias novedades, entre ellas, el estreno de la réplica de la imagen de la santa, realizada en 3D y bendecida por el arzobispo de Santiago, monseñor Francisco Prieto, en la primera Eucaristía de la Novena en honor a la virgen. La talla original se encuentra custodiada ‘bajo siete llaves’ y solo abandonó su ubicación para que en Oviedo fuera replicada.
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