
16 abril, 2025
Cualquiera que haya recorrido el Camino de Santiago en los últimos años habrá notado algo curioso: entre los acentos que resuenan en albergues, senderos y plazas, hay uno que se repite con frecuencia creciente, el coreano. De hecho, Corea del Sur figura año tras año entre los países con mayor número de peregrinos, a menudo sólo por detrás de potencias europeas y Estados Unidos. En 2023, por ejemplo, más de 9.300 coreanos llegaron a Santiago, según datos de la Oficina del Peregrino. ¿Qué los trae desde el otro lado del mundo hasta Galicia?
La respuesta mezcla espiritualidad, cultura pop y una buena dosis de diplomacia cultural. Para empezar, no hay que olvidar que Corea del Sur es uno de los pocos países asiáticos con una comunidad católica importante. Aunque solo un 10% de la población se identifica de esa manera, el peso simbólico de la religión es fuerte, y el Camino se vive como una peregrinación de gran carga emocional. Algunas diócesis incluso organizan grupos para recorrerlo, como parte de una formación personal y religiosa.
En Corea del Sur el alto nivel de estrés académico y laboral hace que muchos vean el Camino como una vía de escape, un momento para desconectar, reflexionar, y redefinir su vida. Para algunos estudiantes o adultos jóvenes, hacer el Camino puede ser una forma de reflexión personal antes de decisiones importantes, como elegir carrera, cambiar de trabajo o volver a estudiar. Por ello muchos coreanos eligen realizar el Camino durante los meses de invierno, aprovechando las vacaciones en el ámbito educativo.
Pero no todo es fé. El libro The Pilgrimage Road to Santiago, publicado en 2006 por la escritora Kim Nam Hee, también contribuyó a poner la ruta en el radar de muchos lectores. Y en 2014 se emitió una serie de televisión titulada Buen Camino, que mostraba la experiencia de un grupo de peregrinos coreanos recorriendo la ruta francesa. Lo que empezó como un documental de nicho, se transformó en un fenómeno cultural.

Grupo musical «God»
Además, la serie de televisión «Shall We Walk Together», protagonizada por el grupo de k-pop “God”, documentó en 2018 el viaje de los miembros mientras recorrían el Camino de Santiago, aumentando aún más el interés en la ruta entre los surcoreanos. Incluso se ha inaugurado un mojón del Camino de Santiago en la isla de Jeju, simbolizando los lazos entre ambas regiones.
Desde entonces, el Camino dejó de ser una propuesta religiosa para transformarse en una experiencia de búsqueda personal. En un país con altos niveles de exigencia laboral y académica, donde el estrés se convierte en compañero habitual, caminar cientos de kilómetros por el norte de España, sin presiones ni pantallas, suena casi a lujo espiritual.
Y como si eso no alcanzara, hay una decisión institucional detrás. El interés coreano por el Camino es también diplomático. Se han firmado acuerdos culturales, creado centros jacobeos en Seúl o incluso se impulsó una trayecto de peregrinación simbólica dentro de Corea, que replica la experiencia para quienes aún no pueden viajar. Variar rutas, por su parte, han sabido leer ese entusiasmo y adaptado señaléticas, traducido materiales, y creado infraestructuras que faciliten el viaje a estos visitantes tan fieles como silenciosos.
Así, entre mochilas, bastones y conchas, los coreanos siguen llegando. Algunos por fé, otros por moda, muchos por necesidad de silencio y reencuentro. Pero al llegar a la Praza do Obradoiro, se emocionan igual que cualquiera. Porque el Camino, al final, es de todos y no entiende de idiomas.